1ª Edición, junio 2013
Ediciones DIDOT
SINOPSIS
La pena de muerte estadounidense es una institución particular, singularmente estadounidense. A pesar de su total abolición en otras partes del mundo occidental, la pena capital continúa en docenas de sus estados -un hecho que es frecuentemente discutido pero raramente entendido.
Igual desconcierto rodea la forma particular que actualmente adquiere la pena capital estadounidense, con su aplicación inconsistente, sus demoras aparentemente interminables y la incertidumbre con respecto a si, en el caso concreto, efectivamente se llevará a cabo alguna vez. Nada de esto parece conducente a los fines del control del delito o de la justicia penal. En un estudio brillantemente provocativo, David Garland explica esta tenacidad y demuestra cómo la práctica de la pena de muerte ha pasado de tener los sellos distintivos de las instituciones políticas y conflictos culturales estadounidenses.
El federalismo radical y la democracia local estadounidenses, como también su legado de violencia y racismo, explican la divergencia con respecto al resto de Occidente.
Mientras que las élites de otros países fueron capaces de imponer la abolición a nivel nacional, a pesar de las objeciones de la opinión pública.