Si por un rato nos animamos a salir de la aldea penal, comprenderemos que el libro de los colegas Campos Calderón y Mora Sánchez no debe leerse como una discusión entre penalistas, sino que es una clara recomendación de prevención política del peor de los crímenes contra la humanidad, aunque hoy parezca un riesgo lejano, casi remoto en el lugar en que escriben sus autores, porque siempre a ese extremo se llega insidiosamente, en silencio, como una lenta infección y gangrena de odio. Por eso, siempre que en algún lugar llega la hecatombe, todos se preguntan ¿Cómo pudo suceder? Sí, así se llega: cultivando el odio y estigmatizando impúdicamente al derecho penal liberal de garantías .
E. Raúl Zaffaroni Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires