La criminología parece no poseer un saber propio, salvo que llamemos tal al conjunto de intersecciones entre las varias disciplinas que aportan su voz y enfoque sobre el problema delictivo; es decir, el saber criminológico sería sólo el conjunto de aportes socio-lógicos, psicológicos o psiquiátricos sobre la criminalidad y sus causas. Esta característica singular, precaria, es la que ha estado en el centro de las distintas polémicas que han atravesado la historia de la criminología, a propósito de sus límites epistemológicos.
Es la razón por la cual diversas voces han manifestado sus du-das sobre la conveniencia de mantener un espacio cultural llamado criminología. Este libro, aunque acepta tales críticas y las considera fundadas, toma partido por la precaria disciplina y cree que, paradójicamente, las ciencias humanas se enriquecen si le concedemos derecho a la existencia a la teoría criminológica. Para explicar este planteo, el autor repasa la historia de dos teorías centrales de la criminología contemporánea: las perspectivas del control (desde Reiss a Gottfredson y Hirschi) y las del aprendizaje social (en la gran síntesis de R. Akens).