La filosofía del derecho se encuentra en una encrucijada que está dando lugar a transformaciones en su fisonomía, su práctica, su agenda e incluso sus estilos.
Este cambio está ligado al hecho de que, probablemente, estamos asistiendo al repliegue definitivo de la cultura positivista, que ostentó la hegemonía durante los últimos siglos, y a la disolución de su sustento político-jurídico: la soberanía estatal.