(Marco de referencia y Ley 27/2011, de 1 de agosto, sobre actualización, adecuación y modernización del Sistema de la Seguridad Social)
De todos los riesgos cubiertos por la Seguridad Social, el más importante, con mucho, es el de vejez, que constituye la médula espinal de cualquier sistema de protección social. Y ello, porque se trata de una contingencia caracterizada por la frecuencia de su cristalización, al constituir el término previsible y normal de la vida profesional del individuo, de ahí la importante dependencia de las estructuras demográficas de cada país y de los fenómenos que inciden sobre aquéllas.
La característica referida viene agravada por el progresivo aumento de la esperanza de vida de la población, lo que deriva en el creciente disfrute temporal de la pensión.
La ordenación jurídica de la jubilación gira en torno al establecimiento de una edad fija o variable que articula el tránsito de la situación de activo a la situación de pensionista de jubilación. La edad se convierte así, en la llave maestra del sistema y adquiere por tanto connotaciones de especial relevancia. La singularidad de los tiempos actuales – en su proyección para un futuro próximo- está en que múltiples piezas del entramado global se han desencajado afectando al equilibrio del sistema y, por tanto, a su viabilidad.
En este escenario de futuro pretende impactar la Ley 27/2011, sobre actualización, adecuación y modernización del sistema de seguridad social. La reforma inició su andadura legislativa en un claro escenario de consenso político y social. En efecto, el proyecto de reforma estuvo precedido por la renovación del Pacto de Toledo y la firma del Acuerdo Social y Económico para el crecimiento, el empleo y la garantía de las pensiones, suscrito por el Gobierno, la CEOE, CEPYME, CCOO y la UGT, retomando así el escenario de consenso que propició la reforma del 2007 en materia de seguridad social.
Siguiendo la línea de reformas paramétricas iniciadas en otros Estados de la UE, la Ley 27/2011 proyecta los cambios más significativos en las siguientes materias: la edad de jubilación, los elementos que integran el contenido económico de la prestación, las jubilaciones anticipadas, tanto plenas como parciales, así como el régimen de compatibilidades y otras materias que inciden en su ordenación.
Todas ellas son analizadas detenidamente, resaltando las novedades incorporadas, su contexto y su impacto. Junta a ellas, la primera parte del libro se dedica al análisis de los parámetros que enmarcan la reforma y que refieren a los necesarios análisis demográficos, del sistema de pensiones, así como a las tasas de ocupación de los trabajadores mayores de 55 años.
Característica de la reforma, consustancial a la seguridad social, es su aplicación lenta y progresiva, que se inicia en el año 2013 y se proyecta, según las materias, hasta el año 2022 ó 2027. Esta proyección temporal incorpora elementos de complejidad, que son especialmente destacados en el libro.
La reforma de la jubilación en todas sus variantes, constituye un espacio de atención prioritario para todos los operadores jurídicos, así como para todos aquellos profesionales que actúan en el marco de los recursos humanos.