El texto que se glosa, al ofrecer un sorprendente y caprichoso mosaico de actividad humana, permite contemplar un relevante momento histórico, donde alternativamente se suceden éxitos y fracasos, acciones y reacciones, que, en cualquier caso, pretenden hacer realidad ideales de validez universal. Se asiste al desfilar de sistemas políticos tan recurrentes como actuales: monarquía, república e imperio.
La polis griega, la civitas romana, el Principado Augusto, el Dominado y el Bizancio de Justiniano, vienen a constituir la expresión más lograda de distintas experiencias políticas que, tras prolongada evolución, culminan en el Estado de los tiempos modernos.
Este estudio -sintéticamente dicho- supone echar una mirada retrospectiva a las raíces culturales del ser europeo, y constatar, una vez más, aquella brillante y no menos gráfica descripción de Ortega, cuando escribe que la historia política de Roma es de un ritmo ascendente tan próximo a la perfección que no parece cosa histórica, sino musical.