Este libro ofrece visitar el Derecho romano, no estudiarlo. Busca lectores con intención de caminantes por museos. La mayoría de esos curiosos no entre en inguno sólo para analizar técnicamente sus fondos. Quiere, tanto impregnarse en el goce de su estética, como percibir parte de los fundamentos culturales que soportan visiones del mundo y de la vida.
Se propone aquí a los lectores el recorrido por un Derecho dotado del doble valor de los museos. Los paseantes verán muy pronto aparecer el marco por donde circula su vida, aunque la mayoría probablemente no lo sabía antes de entrar. Por eso estas páginas son una incitación diferente a la correspondiente a quienes deban formarse en el oficio de juristas. Van orientadas a toda persona, sea cual fuere la afición entretenedora de sus ocios o el menester que sustenta sus negocios.
El Derecho romano es presentado aquí bajo una traza de cinco grandes salas. Todas han traído algo próspero o feliz a la Humanidad y «bienaventuranzas» se rotulan por eso. Ante todo, conocer a quien se supo llamado a crear marcos de convivencia. Después, la transformación en obra clásica, es decir, bien rematada, de lo nacido al repetir usos sociales espontáneos.
Luego, el hallazgo, generación tras generación, del arte de infundir justicia y equidad a la obra según se la iba construyendo. Más adelante, saber dar solidez a las figuras jurídicas nacidas de tales trabajos. Por fín, asumir con inteligencia los más recios cambios sin traicionar la propia búsqueda de lo justo. Una bibliografía accesible, famosa, creíble y escogida se añade al salir del recorrido.