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Polémica sobre la Kabbalah y Spinoza

ISBN: 9788498368840

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Hay existencias

Peso 306 g
Fecha de Edición 10/11/2011
Plazo de entrega

24 h

Número de Edición

1

Idioma

Español

Formato

Libro

Páginas

136

Lugar de edición

GRANADA

Encuadernación

Rústica

Colección

FILOSOFIA, DERECHO Y SOCIEDAD COMARES

Editorial

COMARES, EDITORIAL

EAN

978-84-9836-884-0

PRÓLOGO
por MARIO JAVIER SABÁN
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
JOHANN PETER SPAETH Y SU TIEMPO
CUIUS REGIO, EIUS RELIGIO
LOS JUDAIZANTES
LOS HEBRAÍSTAS CRISTIANOS
JOHANN PETER SPAETH, MOSES GERMANUS: ETAPAS DE UNA VIDA
CAPÍTULO II
JOHANN PETER SPAETH: HEBRAÍSTA Y TEÓLOGO CRISTIANO,
MOSES GERMANUS: HEBRAÍSTA Y TEÓLOGO JUDÍO
LA FORMACIÓN DE SPAETH
ENTRESIJOS DE LA POLÉMICA REUCHLIN-PFEFFERKORN
UNA PREGUNTA RECURRENTE
MOSES GERMANUS: ¿MISIONERO JUDÍO?
LA DISCUSIÓN SOBRE BÖHME Y LA HELENIZACIÓN
DEL CRISTIANISMO: PARTICIPANTES Y DERIVACIONES
CAPÍTULO III
LA POLÉMICA EPOCAL EN TORNO A SPINOZA Y LA KABBALAH
SPINOZA Y LA KABBALAH: ABRAHAM COHEN HERRERA
SPINOZA, EL JUDÍO, EL LIBREPENSADOR
DOS LIBROS DE WACHTER Y UNA REACCIÓN DE LEIBNIZ
A MANERA DE CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL
CRONOLOGÍA DE LAS OBRAS DE MOSES GERMANUS
OBRAS DE LEIBNIZ
OBRAS DE OTROS AUTORES DE LOS SIGLOS XV-XVIII
VALORACIONES O TESTIMONIOS SOBRE M. G.
POR FIGURAS DE SU ENTORNO EPOCAL
ZUSAMMENFASSUNG
PRUEBA DE LECTURA
Siempre he pensado que las mejores obras son las que pueden sintetizar en pocas líneas las cuestiones fundamentales que el autor desea
tratar. En el caso de la obra de mi querida amiga, la Dra. Lourdes Rensoli Laliga (a la que conozco como Dina) este objetivo se cumple por
completo.
He leído su obra varias veces y siempre he admirado su capacidad de trabajo y sobre todo el valor como texto de investigación para futuros
estudiosos del tema. Aunque la obra tiene como hilo conductor, el pensamiento de Johann Peter Spaeth o Moses Germanus (1630/1640-
1702) y el gran error en el que incurrió Leibniz al valorarlo, creo que es importante destacar los diversos ejes intelectuales hacia donde la autora
nos conduce.
Creo que esta obra contiene diferentes temas, profundamente relacionados:
La aparición de un fuerte filosemitismo en el Renacimiento, cerca del cual estaba Leibniz.
La influencia de la Kabbalah sobre la mística y la filosofía cristianas.
Las transformaciones del cristianismo hasta llegar a sus radicalismos más próximos al judaísmo (socinianismo, sabatarianismo, etc.).
Los cambios y conversiones religiosas de grandes pensadores europeos de los siglos XVII y XVIII, sobre los que se pronunció Leibniz con
tanta cautela.
La relación entre el judaísmo y el cristianismo, tema recurrente entre los estudiosos.
La Dra. Rensoli cita con profusión de fechas y nombres los más importantes personajes que dieron forma al espíritu intelectual de la época,
por lo que, para no agregar más información a la que la autora presenta, espero que el lector me permita analizar las líneas generales de los
grandes temas que se tratan en esta obra.
El primer asunto que ha sido una obsesión intelectual permanente a lo largo de mi vida es la relación entre el judaísmo y el cristianismo.
Cuando el cristianismo en el siglo II optó por incorporar definitivamente el Antiguo Testamento a su canon enfrentando las teorías de Marción
(86-150), se vio vinculado para siempre con el judaísmo. Podríamos quizás ir más allá, y pensar que, como el propio Rabí de Nazaret fue, es y
será judío, en realidad el cristianismo nunca podrá escapar del judaísmo contenido dentro de su esencia religiosa. Como me dijo mi gran amigo
el Dr. Carlos (Najmán) Escudé, convertido al judaísmo hace un tiempo (2008), cuando a la Biblia y a la ética cristiana les extraes la posibilidad
de que Jesús haya sido el Redentor, lo que te queda del cristianismo es indudablemente el judaísmo.
Probablemente el descubrimiento de mi amigo, que comparto en forma plena, fue un suceso central en el pensamiento de Moses Germanus.
Indudablemente a lo largo de la historia, miles de cristianos se sintieron judíos, pero no pudieron expresarlo públicamente debido a las persecuciones
organizadas por la Iglesia Católica.
Cuando se quiebra el monopolio confesional a partir de la experiencia luterana y con la expansión y división de miles de grupos cristianos
diferentes, se comienza a leer nuevamente la Biblia Cristiana y se redescubre la historia del «Pueblo de Israel». La mayor revolución intelectual
de la época se desarrolla cuando muchos intelectuales cristianos toman conciencia de la cercanía ética e histórica que tiene el cristianismo en
relación al judaísmo.
Es en ese instante cuando comienzan las reformas y rectificaciones necesarias en la búsqueda del cristianismo primitivo. ¿Pero no es el
cristianismo primitivo en realidad «judaísmo»? Si Jesús es judío, ¿qué es un cristiano? ¿No es un seguidor de un maestro judío? En consecuencia
¿un cristiano no es en realidad un judío? Ya lo dice otro judío en el NT «Es judío quien lo siente en su corazón» (Romanos 2:29). No existe en el
Canon del NT una definición de quién es un cristiano, pero sí de quién es realmente judío. Simplemente porque los primeros seguidores de Jesús
fueron judíos que se sintieron judíos hasta su muerte. Si el cristianismo primitivo es en realidad el judaísmo, ¿qué sentido tiene continuar
siendo cristiano? Esta fue la lógica que siguieron muchos de los pensadores, que como Johann Peter Spaeth (o Moses Germanus) quisieron
acercarse a la más pura verdad de la Torá.
En segundo lugar, quiero hacer referencia a otro hecho que me resulta interesante y es el estudio de una serie de pensadores a lo que la autora
clasifica como «judaizantes». ¿Quiénes fueron estos judaizantes? En el texto de la obra, aparecen tanto los convertidos al judaísmo por seguir
el camino lógico que hemos expuesto como muchos descendientes de conversos cuyas familias siguieron practicando ciertas tradiciones criptojudías.
Uriel D’Acosta o Isaac Orobio de Castro, fueron pensadores que, huyendo de las persecuciones inquisitoriales, terminaron sus vidas abiertamente
como judíos. En el caso de Orobio de Castro, como un judío institucional que asumía su judaísmo dentro del marco estricto de la Comunidad
de Ámsterdam. En el caso de Uriel D’Acosta, como un librepensador que deseaba «purificar el judaísmo» de las tradiciones rabínicas
porque entendía que el judaísmo rabínico había distorsionado la verdad de la Torá como lo había hecho el cristianismo, quizás en menor medida
que el cristianismo, pero que existían distorsiones fariseas de la Torá. Orobio defiende el judaísmo después de ser perseguido por la Iglesia,
Uriel D’Acosta defiende el librepensamiento a pesar de los controles institucionales de la congregación judía. Probablemente dos formas de comprender
el judaísmo. Ambas fueron dos defensas apasionadas del judaísmo. Una defensa (la de Orobio de Castro) a través de la consolidación
de la comunidad institucional, en cambio D’Acosta defiende el valor del librepensamiento como el eje del desarrollo cultural del judaísmo. Ahora
bien: lo que me ha llamado la atención de la autora es que haya unido dentro del grupo de «judaizantes» a los dos sub-grupos: el primero, el de
los criptojudíos, el segundo, el de aquellos cristianos educados como tales y que llegaron al judaísmo a través de su propio desarrollo intelectual.
Creo que es importante para el lector comprender las posibles razones por las que la autora une a estos dos subgrupos.
Por una parte, la historia de los criptojudíos es muy trágica porque, por una parte regresan al judaísmo tras conversiones forzadas al cristianismo,
en España o Portugal para no morir quemados por el Santo Oficio, pero por la otra, generalmente ya desconocen las normas de la vida
judía, que a veces les chocan. Pero la historia de los cristianos que llegaron al judaísmo por sus propios razonamientos intelectuales es doblemente
trágica, porque, por una parte, fueron rechazados por el mundo cristiano como «traidores», «incomprendidos» o «alucinados», pero por
la otra, también fueron rechazados muchas veces por las congregaciones judías establecidas por diversas causas. Es posible que ese carácter
trágico haya sido el fundamento del librepensamiento que generaron estas figuras.
Ahora sí me gustaría entrar de lleno a la biografía de Moses Germanus, el eje central de la obra de la Dra. Rensoli. Lo que me parece importante
de su historia y la evolución de sus ideas, es que nace dentro de la una familia de tradición católica, y que estudia en la Orden que
tenía en sus manos la lucha contra la Reforma: los jesuitas. Fue entonces, estudiando a Jacob Böhme, cuando llegó hasta las máximas profundidades
de la mística cristiana. Sin embargo, cuando profundizó en dicha mística se encontró con la Kabbala o la mística hebrea. Cuando profundizó
en el NT, se encontró con el AT, cuando profundizó dentro del cristianismo primitivo, se encontró con el judaísmo, y cuando ingresó en la
mística cristiana también se encontró con otro tipo de judaísmo: la Kabbalah.
En realidad todos los caminos lo conducían a Jerusalén. Como dice magistralmente la autora: «De ser fundamentado lo que creen los cristianos,
es decir, que Jesús libró a los hombres del Pecado original, entonces la humanidad, o al menos los seguidores de Jesús como Cristo
deberían vivir en el estado anterior a la caída y, por consiguiente, el mal tendría que haber desaparecido, cosa falsa de forma evidente. Estas
fueron para él pruebas concluyentes de la verdad del Judaísmo con respecto al Cristianismo».
Aunque estudió bastante la Kabbalah, Moses Germanus llegó a la conclusión que el misticismo judío es una distorsión del judaísmo original.
Con la Kabbalah se filtraron elementos paganos dentro del judaísmo que debían ser extraídos. La cuestión de los elementos paganos que
ingresaron al judaísmo a través de la historia es muy extensa y es un trabajo muy grande para los investigadores establecer las épocas de dichas
influencias. Tomando en cuenta la antigüedad del pueblo de Israel, podríamos comenzar diciendo que podemos tener influencias egipcias,
babilonias, persas, griegas, romanas, y de diversos pueblos. ¿Es posible llegar a comprender al judaísmo como un «judaísmo puro»? ¿Existe
una pureza cultural o religiosa dentro del judaísmo sabiendo como sabemos de las diversas influencias históricas?
Indudablemente esto constituye una fantasía, pero aquellos cristianos que, escapando de lo que ellos consideraban la mitología pagana
dentro del cristianismo, se acercaban al judaísmo, lo hacían con la sospecha de que también el judaísmo en cierto modo tendría ciertas influencias
paganas. Si llegaron al judaísmo por la «despaganización del cristianismo» (la desmitologización de Bultmann), pretendían la
«despaganización del judaísmo». En el caso del cristianismo, su paganización es evidente, sin embargo, en el caso del judaísmo, la cuestión es
más problemática por su antigüedad.
Ahora bien, decir que la Kabbalah es una forma de paganización del judaísmo, nos puede llevar a la conclusión de que toda la Torá proviene
de ciertas influencias culturales paganas (la egipcia, indudablemente) que hacen que el judaísmo pueda tener un origen pagano. La lógica
nos llevaría hasta el primer patriarca Abraham, que nació dentro de una familia pagana. Pese a nuestro análisis, nos queda muy clara la pretensión
de estos conversos cristianos al judaísmo, ya que su deseo más intimo fue la búsqueda de la esencia bíblica que la encontraron dentro
del judaísmo y que, ya incorporados dentro de la congregación hebrea, pretendieron en muchos casos tratar al judaísmo como lo habían hecho
con el cristianismo anterior.
Dice la Dra. Lourdes Rensoli sobre Moses Germanus: «Algún tiempo después –y esto constituye un escollo difícil de salvar– M. G. se manifiesta
no sólo decepcionado de la Kabbalah luriánica, sino prevenido en su contra y llega a declarar que ésta no expresa la naturaleza del verdadero
Judaísmo».
Parece ser que muchos de los conversos al judaísmo sentían cierto aprecio por las doctrinas del movimiento saduceo, y podemos pensar,
como lo hacen muchos investigadores en la actualidad, de un regreso al caraísmo en muchos de ellos. Si existió una tendencia al caraísmo dentro
de aquellos pensadores, indudablemente no solamente se ponía en duda la tradición oral judía (Talmud), sino que la Kabbalah sería una parte
importante de esa mitologización del judaísmo.
La literalidad luterana y de otras ramas protestantes fue la clave de que muchos de ellos abandonaran la Iglesia Católica, y esa misma
literalidad ahora se constituía en la clave de lucha contra el rabinismo fariseo para buscar la esencia de la Torá. El luteranismo llevó a estos conversos
al caraísmo. Si literalmente Jesús de Nazaret dice en el NT que él no vino a abolir la Torá ni los profetas (Mateo 5:17-20), y esto hizo que
muchos regresarán al judaísmo, ahora la literalidad textual del AT los situaba al margen del judaísmo rabínico y con una clara tendencia hacia
formas cercanas al pensamiento saduceo.
La autora se pregunta las razones por las cuales Moses Germanus hace tantos cambios religiosos en períodos tan cortos, pero su respuesta
es contundente: porque piensa que es posible que al profundizar en cada uno de estos grupos podía llegar a comprender los problemas de cada
sistema religioso en particular. Leibniz hubiera podido sacar gran provecho de las ideas de Moses Germanus si hubiera intentado comprenderlo
mejor.
Aunque la autora no sea consciente de la magnitud de su trabajo, esta obra influirá mucho sobre el pensamiento de ciertos creyentes que
se sienten sin respuestas suficientes en el mundo que vivimos, y así como Moses Germanus dio un salto importante entre su educación cristiana
y las raíces judías de su fe, así muchos están redescubrimiento dentro del judaísmo, la ética más profunda de la Torá, y el pensamiento judío
de donde se nutrió toda la predicación del Rabí de Nazaret.
Quiero agradecer a la autora la posibilidad que me ha brindado para escribir este prólogo y una vez más, pero de manera escrita, dejar
constancia de mi admiración intelectual.