Galería de Retratos
El autor de esta Galería de retratos se formó como filólogo bajo la sospecha de ilegitimidad que afectaba a toda información de naturaleza biográfica aplicada a la interpretación de la literatura.
No es que en la convulsa (pero también pazguata) universidad española de los primeros sesenta se supiera mucho de estas cosas, pero la estilística había dejado su huella de (presunto, a veces) refinamiento analítico y cualquiera un poco pedante y medianamente informado sabía descalificar un trabajo mediante la invocación de la «falacia intencional».
Y es que suponer que podía saberse algo cierto de la intentio auctoris comportaba de inmediato la cita indirecta del título de aquel libro de William K. Wimsatt y Monroe Beardsley, The Intentional Fallacy, publicado en 1946, que de una vez por todas había expulsado las biografías de la mesa de trabajo de los filólogos.
En el fondo del asunto estaba una cuestión de confianza, que todavía persiste, acerca de la autonomía de la literatura.
Conviene recordarlo justo a la entrada de un libro donde me he permitido acoger veintitantos retratos literarios que, entre la docena y la veintena de folios de extensión, pretendieron captar la traza reconocible de los destinos de artista de varios escritores (y de un pintor), sin hacer muchos distingos entre la biografía íntima, la construcción de la imagen pública y la exégesis de su obra, porque yo estaba tácitamente convencido de la sinergia eficaz de todos esos ingredientes?
El enunciado «Vida y obra» puede parecernos a estas alturas una troquelación poco imaginativa, propia de una tesis doctoral anticuada o de aquellas monografías en las que un paciente escriba había dejado años de trabajo, pero tampoco es fórmula carente de empaque, si bien se piensa, y por supuesto viene de una respetable tradición.
Y hasta es rótulo al que se le puede volver del revés?
Al estudiar los significados del Secretum (De secreto conflictu curarum mearum), de Francesco Petrarca, Francisco Rico se atrevió a jugar con sus palabras y propuso un brillante título, «vida u obra», porque, a vueltas de alguna cita de Borges, Roland Barthes y Jean Starobinski (todo muy años setenta?), halló que seguramente «la obra es la mayor dimensión de la vida» y tuvo claro que «a caballo de la historia y la crítica, con métodos mutables al par que los textos, quisiera [?] escrutar la secuencia, ni concorde ni completa, de las imágenes de sí propuestas por el escritor; llevar la exploración hasta las raíces perceptibles de la empresa petrarquesca de narrarse a sí mismo» («Para empezar», Vida u obra de Petrarca. I. Lectura del «Secretum», 1974).
¿Y cómo proceder de otra manera ante una obra que Petrarca escribió al borde de la vejez y en la que dialogó acerca de sí mismo y de su obra con Agustín de Hipona, el primer explorador de la propia intimidad, y con la Verdad, una dama «de edad y esplendor inefables»? ¿Y cómo no pensar que ese mismo puede ser buen camino para llevar a cabo otras exploraciones?
Mainer, José-Carlos
José-Carlos Mainer es catedrático de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza. Se dedica preferentemente al estudio de la literatura de los siglo XIX y XX y es autor, entre otras cosas, de síntesis muy reeditadas -La Edad de Plata (1902-1939)- y de conjuntos de estudios que tratan de los comienzos del siglo pasado -La dama de la Quimera- y también de lo más reciente, como De postguerra y Tramas, libros, nombres. Ha escrito igualmente una guía sintética acerca de lo narrativo: La escritura desatada. El mundo de las novelas.