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Escritos Científicos, 08. Obras Filosóficas y Cientificas. LEYBNIZ

ISBN: 9788498366051

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Hay existencias (puede reservarse)

Peso 1364 g
Fecha de Edición 17/12/2009
Plazo de entrega

24 h

Número de Edición

1

Idioma

Español

Formato

Libro

Páginas

574

Lugar de edición

MADRID

Encuadernación

Cartoné

Colección

OBRAS FILOSÓFICAS Y CIENTIFICAS COMARES

Editorial

COMARES, EDITORIAL

EAN

978-84-9836-605-1

El siglo XVII es un periodo crucial para el desarrollo de la ciencia moderna. Coincidiendo con el paso del Renacimiento al Barroco, lo que había sido una eclosión caótica empieza a decantarse y poco después se convierte en el sólido cuerpo de conocimientos que cambiará para siempre el curso de la historia. Cuando nace Leibniz en 1646 pocos se atreven a pronosticar que en muy poco tiempo va a producirse una transformación tan decisiva. Herederos de magos y alquimistas, hermanos de los que se dedican a la cábala y toda suerte de especulaciones fantásticas, los científicos están lejos de haber alcanzado consenso doctrinal y reconocimiento social. No merecen apenas el respeto y admiración de los contemporáneos; apenas se ponen de acuerdo sobre los objetivos a cubrir o los métodos a aplicar. Las tendencias centrífugas en el campo de la investigación natural son por el momento más fuertes que los principios de unidad bajo un magisterio común.
Sin embargo, en el curso de unos pocos decenios el movimiento se consolida, conquista su autonomía y adquiere un protagonismo que nadie podrá arrebatarle en lo sucesivo. No suele atribuirse a Leibniz un papel clave en este proceso. Galileo, Descartes, Newton son figuras indiscutibles reconocidas por todos. Kepler, Huygens, Harvey ocupan también puestos de primera fila en la memoria colectiva. Luego está el coro de las segundas voces, los Gilbert, Boyle, Pascal, Guericke, Torricelli, Wren, Mariotte, Fermat, Snellius, Malpighi, Leeuvenhoek? ¿Y Leibniz? Se le otorga un estatuto especial: nadie puede negar sus méritos (aunque lo haya intentado más de uno), pero es visto como un elemento extraño, alguien que contamina la pureza de la nueva ciencia con incómodas supervivencias del pasado y extraños añadidos de su propia cosecha. Todos recuerdan sus contribuciones al análisis matemático y a la maduración de la mecánica racional. Aparte de eso, los especialistas registran numerosas aportaciones dispersas a lo ancho y largo de diversas disciplinas. Pero también, ¡qué mezcla de ideas, qué enojosas contaminaciones metafísicas, cuántas especulaciones arriesgadas y arbitrarias! Los fílósofos de la Ilustración, con Voltaire a la cabeza, forjan la imagen de un Leibniz meramente especulativo y desligado de la realidad. Para salvarlo tienen que apelar, como Kant, a la fábula del padre que lega a sus hijos una finca después de asegurarles que ha escondido en ella un tesoro. Codiciosos, éstos la cavan sin descanso, obteniendo un terreno saneado y henchido de frutos, aunque ayuno de las joyas prometidas.
Visto desde la perspectiva que dan los casi trescientos años transcurridos desde su muerte, el juicio sobre Leibniz debe ser muy diferente. Fue el primer pensador que meditó a fondo sobre las bases ontológicas y metodológicas del naciente saber. Tuvo el firme propósito de sistematizar lo que hasta entonces no dejaba de ser una serie de elementos dispersos: la revolución conceptual de Copérnico, la genial intuición programática de Galileo, el empirismo de Bacon y los filósofos ingleses, el neopitagorismo de Kepler, la alianza de razón e imaginación forjada por Descartes, la precisión numérica introducida por Huygens, la prodigiosa gesta teórico- experimental de Newton? Factores esenciales todos ellos, pero la nueva ciencia precisaba algo más todavía: tenía que transformarse en un saber que se enseña y se aprende, una empresa compartida en la que nadie guarde para sí como propiedad exclusiva los descubrimientos importantes o las estrategias ganadoras, un esfuerzo colectivo impulsado y acogido por toda la sociedad, una nueva provincia de la cultura a tener en cuenta por la ética, la metafísica y la religión? Leibniz vio como ningún otro estas facetas del problema y las asumió como tareas a resolver. Ofreció soluciones válidas algunas veces; formuló propuestas interesantes en otras ocasiones; planteó desafíos estimulantes siempre.

INTRODUCCIÓN
1. Leibniz y la ciencia moderna
2. Las grandes empresas científicas de Leibniz
3. El empirismo de Leibniz
4. El iluminimo de Leibniz
5. El racionalismo de Leibniz
6. El matematicismo de Leibniz
7. El mecanicismo de Leibniz
8. El biologismo de Leibniz
9. Alcance y límites de la mecánica cartesiana
10. La teoría del movimiento del joven Leibniz
11. El nacimiento de la dinámica
12. Proyección histórica de la dinámica leibniziana
13. Observaciones sobre está edición. Reconocimientos
Índices de siglas y abreviaturas
Bibliografía utilizada
a) Otras ediciones de Leibniz
b) Bibliografía secundaria.
TEXTOS
1. Nueva hipótesis física (1671)
2. Teoría del movimiento abstracto (1671)
3. Principios mecánicos (1673-6 ?)
4. Principio para la precisión de los relojes portátiles (1674).
5. Pacidius Philaleti. Primera filosofía sobre el movimiento (1676)
6. El fósforo del Sr. Crafft (1677)..
7. Sobre el modo de llegar al verdadero análisis de los cuerpos (1677)
8. Sobre el reloj portátil y otros inventos (1678).
9. Leyes de la naturaleza y observaciones sobre el movimiento (1678-9)
10. Sobre la fuerza hidráulica y eólica (1679).
11. Sobre un agua humeante (1681).
12. Principio único de óptica, catóptrica y dióptrica (1682)
13. Estimación de la altura de los chorros de agua (anterior a 1686)
14. Breve demostración del memorable error de Descartes (1686)
15. Origen de la polémica de las fuerzas vivas
a) Corta observación del Sr. Abate de C. (1686).
b) Réplica del Sr. L. al Sr. Abate de C. (1687)
c) Respuesta del Sr. L. a la observación del Sr. Abate de C. (1687)
16. Principio General, útil para la explicación de las leyes de la naturaleza (1687)
17. Reflexión sobre la máquina hidráulica propuesta por el Sr. Papin (1688?)
18. Sobre las causas de los movimientos celestes (1689)
19. Phoranomus, o sea, sobre la potencia y las leyes de la naturaleza (1689)
20. Sobre la causa de la gravedad (1690)
21. Demostración contra los átomos (1690)..
22. Sobre la cuestión de si la esencia del cuerpo consiste en la extensión (1691)
23. Ensayo de dinámica (1692)
24. Protogaea (1692).
25. Noticia del Protogaea (1693)
26. Tentamen anagogicum (1693)..
27. Regla general de la composición de movimientos (1693)
28. Dos problemas resueltos por Leibniz (1693)
29. Sobre la fuerza y el movimiento (anterior a 1695)
30. Espécimen dinámico. 1.ª Parte (1695)..
31. Espécimen dinámico. 2.ª Parte (1695)..
32. De la naturaleza en sí misma (1698)
33. Ensayo de dinámica sobre las leyes del movimiento (1699)
34. Sobre los fenómenos del barómetro (1700).
35. Sobre el método botánico (1701)
36. Sobre la generación del hielo (1701)
37. Examen de la física de Descartes (1702)
38. Consideraciones sobre los principios de vida (1705)
39. Memoria sobre las piedras con plantas y peces desecados (1706)
40. Historia de la invención del fósforo (1710)
41. Breve descripción de la máquina aritmética (1710)
42. Observaciones sobre los relojes (1714)
43. Sobre el imán (1715-6)..
44. Vitalidad y mecanismo en la naturaleza (?)
45. Presunta carta a Hermann sobre el principio de mínima acción (1707?).
ÍNDICE DE NOMBRES DE PERSONAS
ÍNDICE DE CONCEPTOS..
TRADUCTORES DE ESTE VOLUMEN

G. W. Leibniz 

G. W. Leibniz

fue un filósofo, matemático, lógico, teólogo, jurista, bibliotecario y político alemán.
Fue uno de los grandes pensadores de los siglos xvii y xviii, y se le reconoce como el «último genio universal», esto es, la última persona que pudo formarse suficientemente en todos los campos del conocimiento; después ya solo hubo especialistas. Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como en la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia. Incluso Denis Diderot, el filósofo deísta francés del siglo xviii, cuyas opiniones no podrían estar en mayor oposición a las de Leibniz, no podía evitar sentirse sobrecogido ante sus logros, y escribió en la Encyclopédie: «Quizás nunca haya un hombre que haya leído tanto, estudiado tanto, meditado más y escrito más que Leibniz… Lo que ha elaborado sobre el mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia. Si sus ideas hubiesen sido expresadas con el olfato de Platón, el filósofo de Leipzig no cedería en nada al filósofo de Atenas».2?
De hecho, el tono de Diderot es casi de desesperanza en otra observación, que contiene igualmente mucha verdad: «Cuando uno compara sus talentos con los de Leibniz, uno tiene la tentación de tirar todos sus libros e ir a morir silenciosamente en la oscuridad de algún rincón olvidado». La reverencia de Diderot contrasta con los ataques que otro importante filósofo, Voltaire, lanzaría contra el pensamiento filosófico de Leibniz, consecuencia del aprecio que sentía por Newton y del desprecio que sentía por el optimismo en que desembocaba su sistema filosófico. A pesar de reconocer la vastedad de la obra de este, Voltaire sostenía que en toda ella no había nada útil que fuera original, ni nada original que no fuera absurdo y risible.
Ocupa un lugar igualmente importante tanto en la historia de la filosofía como en la de la matemática. De manera independiente al trabajo de Newton (quien lo había desarrollado 10 años antes pero no lo había publicado debido a su trauma por la crítica que una vez le hiciera Hooke) desarrolló el cálculo infinitesimal y su notación que es la que se emplea desde entonces.3?4? También inventó el sistema binario, fundamento virtual de todas las arquitecturas de las computadoras actuales.5? Fue uno de los primeros intelectuales europeos que reconocieron el valor y la importancia del pensamiento chino y de China como potencia desde todos los puntos de vista.
René Descartes, Baruch Spinoza y Leibniz integran la terna de los tres grandes racionalistas del siglo xvii. Su filosofía se vincula también con la tradición escolástica y anticipa la lógica moderna y la filosofía analítica. Leibniz hizo asimismo contribuciones a la tecnología y anticipó nociones que aparecieron mucho más tarde en biología, medicina, geología, teoría de la probabilidad, psicología, ingeniería y ciencias de la computación. Sus contribuciones a esta vasta lista de temas se recoge en diarios y en decenas de miles de cartas y manuscritos inéditos. Hasta el momento, no se ha realizado una edición completa de sus escritos, y por ello no es posible aún hacer un recuento integral de sus logros.