1ª Edición, Abril 2008
Editorial COMARES
SINOPSIS
Goethe afirmaba que sólo se conoce aquello sobre lo que se ha escrito. En cierto sentido, la principal finalidad de este trabajo era conocer a un gran clásico, y me parecía que la forma más apropiada de hacerlo era haciendo buena la máxima de su compatriota. Me llama la atención las «prisas» en las que vive sumida la filosofía del derecho en nuestro país, y como, casi de repente -por ejemplo, la fecha de los rigurosos estudios de Gonzaléz Vicén no queda tan lejos en el tiempo-, se le ha dado la espalda a los grandes clásicos.
Todos los relativamente más jóvenes, aún más nos lanzamos a escribir sobre los temas de actualidad sin haber reparado en el pensamiento de aquellos grandes juristas, patrios o foráneos, que, nos guste más o menos, han contribuido, de forma decisiva, a conformar nuestro patrimonio jurídico.
Tal vez lleve razón Sloterdijk al afirmar que la sociedad de lectores, formados por el conocimiento común de los clásicos, ya no existe. Tal vez, el humanismo, como «labor de pastoreo», al que hace alusión el mismo autor cuando critica a Heidegger, haya muerto hace tiempo.
Sobre esto y sobre los «nuevos pastores» habría mucho que reflexionar. Savigny, en cambio, pertenece a esa sociedad donde la socialización de los jóvenes «su paideia» dependía de una serie de textos clásicos que eran comentados oralmente o por medio de cartas.
Desde luego, el discurso académico, formado por esas lecturas obligadas y por la exclusión de otras muchas censuradas, no poseía un sesgo tan emancipatorio ni tan ideal como el que, de ordinario, se nos presenta o le queremos atribuir.
En cualquier caso, me parece interesante «y ameno» volver a leer a estos grandes juristas. Sus obras, atisbadas desde la lejanía, se nos antojan superadas, cuando, en realidad, ni siquiera las hemos leído.
Ésta era la finalidad de mi trabajo: leer a Savigny, disfrutar con sus reflexiones y repensarlas. Esto es, por tanto, lo que ofrezco al hipotético lector que se acerque a estas páginas: algunas reflexiones sobre los escritos de uno de los juristas más notables del XIX alemán, pero, sobre todo, una invitación a la lectura.
El trabajo que se presenta está dividido en dos partes. La primera, que versa sobre aspectos biográficos, se divide, a su vez, en tres bloques: los primeros años de vida universitaria de Savigny en las ciudades de Marburg y Landshut (los años de juventud hasta 1810), sus años de docencia en Berlín (1810-1842) y, por último, su ocupación como ministro de Legislación y los años de su atardecer vital (1842-1862).
La segunda parte comienza con una somera descripción crítica de la más reconocida literatura secundaria. Ésta es una buena base desde la que reconstruir la idea de sistema, eje central este libro. Para ello comenzamos analizando los conceptos de relación e instituto jurídico que, a juicio de Savigny, son los que estructuran el sistema. En un segundo momento, proponemos un análisis, transversal y relativamente novedoso, de la idea de sistema que pivota sobre las ideas de hechos y ficciones jurídicas.
El trabajo se concluye con unas reflexiones finales.
Una advertencia última: a lo largo de nuestra exposición se abordan distintos conceptos e instituciones jurídicas «la propiedad, la posesión, la usucapión, etc.».
El lector no puede esperar un tratamiento monográfico de cada uno de ellos. Éste no es nuestro objetivo, más bien, se trata de percibir cómo, por medio de ellas, Savigny construye el sistema.
Frankfurt, invierno del 2004.
