Una denuncia necesaria, que dejará atónito al lector. Un buen ejemplo de cómo, en ocasiones, la realidad supera las más oscuras ficciones.
Desde que los presidentes de Gobierno de España y Portugal, Felipe Gonzalez y Mario Soares, lograron que la Comunidad Europea considerará la prevención de incendios en los edificios dla segunda prioridad del sector de la construcción y pidiera que se destinara un 5% del presupuesto a proteger los elementos estructurales, los conductos de ventilación y los núcleos de los ascensores de los rascacielos, el asunto se convirtió en un grannegocio para centenares de empresarios, incluidas multinacionales.
La falta de controles por aprte de la Administración, la baja calidad de los laboratorios de ensayos de materiales ignífugos, el empleo de sustancias retardantes en la propagación del fuego que no lo son y la piratería de empresarios desaprensivos en el sector de la protección pasiva han convertidomuchos rascacielos españoles y otros inmuebles de uso público masivo (hospitales, colegios, centros comerciales, etc.) en verdaderos lanzallamas, casi polvorines, donde se ha primado más la especulación y el dinero fácil que la vida humana de los usuarios y los bienes materiales a salvaguardar.