Sostener que el Derecho Internacional está en crisis constituye un lugar común en los diagnósticos formulados por los especialistas y cultivadores de este ordenamiento y se emplea, además, con carácter intemporal. Con todo, el término crisis constituye una evidente anfibología pues puede aludir tanto a fenómenos negativos de destrucción e inoperancia, como a saltos cualitativos de crecimiento y desarrollo.
En esta obra que el lector tiene en sus manos, el autor aborda la cuestión desde una doble perspectiva: en primer lugar, se analizan diversos aspectos concretos de los procesos de creación y de aplicación de las normas internacionales, en otras palabras, el estudio se correspondería con la permanente crisis estructural de un ordenamiento relativamente desestructurado y peculiarmente institucionalizado en su continuo proceso de adaptación a los nuevos e incesantes cambios de la estructura social internacional y a los retos que los mismos suscitan.
Pero, en segundo término, el examen se extiende a las gravísimas crisis sociales sobre las que este ordenamiento está llamado a actuar. Dificultades tan graves como las suscitadas por el reciente uso masivo de la fuerza armada en Afganistán o en Irak, desafíos tan severos como las acciones criminales provocadas por el terrorismo internacional en Estados Unidos, España, Reino Unido, Marruecos o en otros países, reclaman respuestas democráticas basadas principalmente en el derecho. La sociedad internacional sufre crisis diversas y severas, a las que el ordenamiento internacional no siempre ofrece resultados definitivos, pero es este último quien sigue a la primera, y no al contrario.