A solas con Nacho
«Ya lo conseguiste, ya estás muerto, ¿y ahora qué hago yo? ¡Ahora qué hago yo, Dios mío!». Así arranca, entre tormentoso y alucinado, el largo monólogo con el que una joven intenta saldar sus cuentas con la historia. Una sola voz, una sola noche, una muerte por esclarecer, y todo disfrazado de historia de amor. ¿O es tal vez el amor el que se disfraza de muerte?
A solas con Nacho no es una historia de amor convencional, más bien parece una novela de capa y espada siglo ventiunesca, con romances urbanos, amores imposibles e incluso un duelo postmoderno. Sus páginas rezuman romanticismo, pero se trata de un romanticismo demasiado afilado como para que no resulte peligroso, como una cuchilla de afeitar. Y a lo largo de toda la historia aletea ese pensamiento que Dostoievski puso en boca del príncipe Mishkin: la belleza salvará el mundo. Aunque la belleza, a veces, también mata.