Atlas Geopolítico de China
Desde el Renacimiento y los grandes descubrimientos, el mundo ha sido occidental. Europa primero y el Atlántico después eran la metonimia de lo universal.
Entramos ahora en la fase final de un ciclo de cinco siglos de dominación occidental del mundo. Vamos hacia un mundo multipolar en el que nuevos actores (China, la India, Brasil, Rusia, Sudáfrica) tienen vocación de constituir sólidos polos continentales. Y aunque Estados Unidos siga siendo una de las principales potencias planetarias, perderá su hegemonía económica en favor de China. Y ya no ejercerá su «hegemonía militar solitaria» como lo hizo desde el final de la Guerra Fría (1989) junto a sus aliados históricos (Japón, Alemania, Reino Unido, Francia).
Desde antes de la caída del muro de Berlín, China había comenzado un proceso de transformación gradual, controlado y todavía inacabado. Pero ello no se ha traducido en profundos cambios políticos. Hay quien opina que en la historia milenaria de China, el episodio comunista no es más que un paréntesis.
Esta transformación es resultado de la voluntad de un aparato de Estado, de un grupo dirigente que imprime al país una dirección autoritaria. Parece que ha sacado enseñanzas del fracaso de la URSS, con la que había mantenido sus discrepancias. Frente a las últimas reformas de Gorbachov desmantelando el sector público, las autoridades chinas han elegido la estabilidad de un sistema político que permite un control estrecho de la población. Se han convertido a la economía de mercado pero se han mantenido en el fondo en un legado marxista: infraestructuras portadoras de cambios sociales y políticos.
Crecimiento a marchas forzadas, con inversiones múltiples, desplazamientos de población controlados, condiciones de trabajo inhumanas, la voluntad colectiva de captar por todos los medios la modernidad tecnológica así como la rentabilidad. Crecimiento que reposa más en la inversión que en la especulación monetaria o bancaria. Y crecimiento que al principio no está teniendo en cuenta el medio ambiente y utiliza con voracidad todos los recursos disponibles, aunque luego afronta la causa medioambiental como fuente de nuevos beneficios. Crecimiento que recurre a la transferencia de tecnología exterior pero prepara a largo plazo el desarrollo de las tecnologías endógenas y competitivas.
Ese crecimiento se basa también en un yuan subvalorado y cualquier otra forma de distorsión de la competencia internacional.
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