PRÓLOGO JOSÉ LEÓN-CASTRO ALONSO
Suele ocurrir con los Prólogos de las obras esperadas lo mismo que con los rejoneadores en tardes en las que se anuncia el encierro con seis toros por el único espada, la figura fulgurante del momento, haciendo que a casi nadie le interesen los prolegómenos. Aún así, el caballero lleva a cabo su labor con total dignidad y profesionalidad, pero la gente está deseosa de ver al matador.
Algo así ha ocurrido con las líneas que siguen y que torpemente transcribo. Hace algún timepo Luis Hurtado tuvo la gentileza de proporcionarme para su simple lectura la obra que se hallaba a punto de finalizar. En ella se veía como el buen aficionado taurino que es y que había acreditado con creces en obras anteriores, todavía se atrevía a pedir el sobrero y sabido es que habitualmente éste no suele ser tan cómodo y placentero como los elegidos para componer el cartel de turno. Así ha ocurrido también en esta ocasión, en la que tras de lidiar algunos otros toros, duros por cierto alguno de ellos, con otras tantas temáticas taurinas, Hurtado se echa al ruedo para hacerlo con un ejemplar complicado y con el que el lucimiento se antojaba a priori difícil misión. Y fue precisamente para esa ocación para la que fui requerido de sobresaliente, es decir, para prologar una obra que desde este momento afirmo que es de las que vale la pena fajarse en profundidad con ella. Procede, pues, felicitar al autor desde este instante del despeje literario.
La primera lectura del trabajo no me resulto fácil, lo cual para nada constituye un demérito sino simplemente la constatación de los diferentes y personalísimos estilos literarios que cada cual desarrolla. Y es cierto que en ocasiones, por su afán de clarificarlo y explicarlo todo, a Luis s ele dormían las muñecas con la pluma y resultaban tandas, léase párrafos, en exceso largos. Pero en general, la obra que hoy aquí se presenta, LA PRESIDENCIA DE LAS CORRIDAS DE TOROS. ESTUDIO JURÍDICO CRÍTICO DE UNA INTERVENCIÓN ADMINISTRATIVA SINGULAR , no es sino precisamente eso, la obra de un jurista investigando en su vocación y profesión los entresijos singulares de su afición.
Dicho en otras palabras, una tentativa valiente y honesta por llevar el Derecho como ciencia a la tauromaquia como arte y como espectáculo. Tal vez en esta dicotomía que apunto haya radicado la única controversia que autor y prologuista hayan sostenido, toda vez que, en mi modestia, creí prioritario la faceta de aficionado a la de justicia, resultando no obstante que la aportación del Prof. Hurtado transciende al planeta taurino y al hermoso espectáculo de la merecidamente llamada fiesta nacinal.
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