Este libro ha sido escrito por la obligación moral que siente el autor de manifestar ciertas opiniones y reflexiones ante el espectáculo de la política española en el año 2016. Lo construye como un dolmen: dos grandes columnas en los dos primeros capítulos y una tercera piedra soportada sobre ellas, que contiene los dos siguientes, rematados por un menhir.
La democracia no es la igualdad, sino la igualdad de oportunidades, es la libertad, pero con el respeto incluso a las mayorías. Las minorías mimadas por las democracias avanzadas pueden ser más dictatoriales que un niño malcriado. Para ser auténticos individuos sociales hace falta cultura y educación.
Bajo la invocación de democracia se adora a elementos que no deberían estar en el elenco de lo que nos conviene. Por eso es tan importante dotarnos de elementos propios de discernimiento y crítica, rara avis en este mundo de manipulación informativa.
¿Es posible, según la tesis del autor, considerar Democracia y Estado de Derecho desde esa perspectiva cultural?
Amador García-Carrasco, nos expresa que no sólo es posible, sino que cualquier otra perspectiva es un caballo cojo. Una contaminación más real aún que la del ambiente. La del pensamiento.
El enfoque y la estructura del libro, nos ofrece una visión del observador y menos del técnico, más del curioso y menos del erudito, más del hombre medio y menos del elitista sabelotodo.
- Democracia histórica o democracia originaria
- Democracia real y estado de derecho
- Democracia como religión y mito
- Demos biológico y cultural
- Una visión científica de la democracia
Se trata de aceptar que lo que tratamos es muy antiguo, pero no viejo, muy tradicional, pero no obsoleto, muy de siempre y siempre en vigor. La democracia es una trampa maravillosa. Su descubrimiento tiene origen divino, pero no al modo teológico, sino olímpico. Los griegos se dieron la cultura, es decir, una forma de entender la vida que les hacía inmortales, y luego situaron a sus líderes en el Olimpo, para burlarse de ellos al tiempo que los adoraban. Nada tan humano como un dios griego. La democracia encierra la caja de Pandora, pero es mejor disponer de ella, aunque a veces abrirla sin tacto puede acarrear tempestades.