Adúlteras.

Hace más de un año un grupo de buenas amigas del autor iniciaron una cadena, y fueron difundiendo de qué trataba el proyecto de este libro a otras amigas. Así fue como se trenzó la red en la que, al final, se engancharon muchas de ellas. Lo hicieron, a veces, llenas de miedo o de dudas por contar sus secretos más profundos. Sin ellas no hubiera sido posible hacerlo. El anonimato fue la condición inexcusable para sus confesiones, la única forma posible de llevarlo a cabo. Porque todavía persiste en la memoria colectiva un fuerte prejuicio social que condena estas conductas, porque no hace tanto tiempo que el adulterio estaba todavía penado por la ley, porque hace apenas unas décadas que las mujeres, legalmente, salían del sometimiento a sus padres y hermanos para convertirse en “propiedad” de sus maridos. Por eso tiene tanto mérito que quienes han desnudado los secretos más profundos de su vida, lo inconfesable, lo que nunca contaron, hayan sido capaces de hacerlo. Confiamos que este libro sirve para ayudar a romper el tabú de una palabra, “adúltera”, demasiado dura para definir la debilidad de la carne y demasiado injusta cuando se trata, como aquí, de mujeres, ya que en femenino la palabra parece más cargada de connotaciones negativas. Ni entro, ni salgo, en juicios morales. No soy quién para juzgar. Son los hechos, tal y como me los contaron. Añadiendo silencios, quitando detalles para preservar el anonimato, dándoles, si acaso, unas pinceladas de novela a unas realidades que superan con creces cualquier ficción. Porque al final la vida, siempre, es el mayor espectáculo
(Jesús Locampos).
En un mundo en el que por suerte cada vez son menores los prejuicios que estigmatizan la infidelidad femenina, había llegado el momento en el que las mujeres, finalmente, tomaran la palabra y rompieran el tabú de silencio y de vergüenza que tradicionalmente ha cubierto este hecho, tan antiguo como omnipresente, con un espeso y opaco manto de silencio. Doce mujeres se confiesan al autor para narrarle con sinceridad escalofriante sus historias reales. Ellas son las “ad&