1ª Edición, octubre 2015
Aranzadi Thomson Reuters
SINOPSIS
La primavera árabe desencadenó profundas transformaciones socio-políticas en Oriente Medio y el Magreb. Las movilizaciones antiautoritarias en demanda de dignidad, justicia social y libertades generaron unas desproporcionadas expectativas en torno a una posible transición del autoritarismo a la democracia que, con el transcurso del tiempo, se han visto frustradas.
Si bien es cierto que algunos países han emprendido una transición relativamente exitosa como en el caso de Túnez (donde se ha registrado una transferencia pacífica de poder no exenta de esporádicos episodios de violencia), lo cierto es que la trayectoria del resto es cuanto menos preocupante. Algunos han optado por una vuelta de tuerca autoritaria (como en Egipto, donde un golpe militar desalojó a los Hermanos Musulmanes del poder) y otros están inmersos en una peligrosa espiral de violencia que todavía no parece haber tocado fondo (caso de Siria o Libia). El vacío de poder y la descomposición estatal han sido aprovechados por actores no estatales, como el Estado Islámico, que pretende redibujar las fronteras fijadas por los Acuerdos de Sykes-Picot un siglo atrás.?La primavera árabe desencadenó profundas transformaciones socio-políticas en Oriente Medio y el Magreb.
Las movilizaciones antiautoritarias en demanda de dignidad, justicia social y libertades generaron unas desproporcionadas expectativas en torno a una posible transición del autoritarismo a la democracia que, con el transcurso del tiempo, se han visto frustradas. Si bien es cierto que algunos países han emprendido una transición relativamente exitosa como en el caso de Túnez (donde se ha registrado una transferencia pacífica de poder no exenta de esporádicos episodios de violencia), lo cierto es que la trayectoria del resto es cuanto menos preocupante. Algunos han optado por una vuelta de tuerca autoritaria (como en Egipto, donde un golpe militar desalojó a los Hermanos Musulmanes del poder) y otros están inmersos en una peligrosa espiral de violencia que todavía no parece haber tocado fondo (caso de Siria o Libia). El vacío de poder y la descomposición estatal han sido aprovechados por actores no estatales, como el Estado Islámico, que pretende redibujar las fronteras fijadas por los Acuerdos de Sykes-Picot un siglo atrás.?La primavera árabe desencadenó profundas transformaciones socio-políticas en Oriente Medio y el Magreb.
Las movilizaciones antiautoritarias en demanda de dignidad, justicia social y libertades generaron unas desproporcionadas expectativas en torno a una posible transición del autoritarismo a la democracia que, con el transcurso del tiempo, se han visto frustradas. Si bien es cierto que algunos países han emprendido una transición relativamente exitosa como en el caso de Túnez (donde se ha registrado una transferencia pacífica de poder no exenta de esporádicos episodios de violencia), lo cierto es que la trayectoria del resto es cuanto menos preocupante. Algunos han optado por una vuelta de tuerca autoritaria (como en Egipto, donde un golpe militar desalojó a los Hermanos Musulmanes del poder) y otros están inmersos en una peligrosa espiral de violencia que todavía no parece haber tocado fondo (caso de Siria o Libia).
El vacío de poder y la descomposición estatal han sido aprovechados por actores no estatales, como el Estado Islámico, que pretende redibujar las fronteras fijadas por los Acuerdos de Sykes-Picot un siglo atrás. Ante estos enormes desafíos, la respuesta de los países occidentales ha sido esencialmente reactiva. Estados Unidos ha apoyado los gobiernos democráticos electos tras la primavera árabe, pero también la restauración del autoritarismo con el pretexto de preservar la estabilidad.
Cabría pensar que la Unión Europea reaccionaría con mayor determinación, dada su proximidad geográfica con respecto al mundo árabe, pero su reacción también ha sido limitada apostando, una vez más, por recetas ya conocidas que en el pasado no han funcionado: iniciativas parciales que ponen de manifiesto la ausencia de una visión integral a la altura del reto al que nos enfrentamos.