Afirma Andoni Unzalu que discutir sobre la nación con un nacionalista es tan complicado como hablar de Dios con un creyente, porque su relato está asentado en una concepción tan teñida de sentimiento y emoción que resulta prácticamente inasequible a la refutación mediante razones. El nacionalismo, en palabras de Ortega, no es al final una idea sino una creencia, las ideas se tienen porque nos hemos adherido a ellas, pero en las creencias se está: las habitamos de forma irreflexiva.
La mayor parte de la sociedad vasca -y, como ella, una buena parte de otras- ha asumido como dogmas las verdades esenciales del nacionalismo: la nación propia, el euskera como lengua identitaria, el concierto y el cupo, la historia heroica de un pueblo siempre derrotado pero nunca vencido. El conflicto como eje argumental.
Este libro surge de la necesidad de romper la hegemonía, de recuperar el debate. En palabras de José María Ruiz Soroa, «las ganas de Andoni de discutir con el nacionalismo es algo que muchos vascos hemos sentido como necesidad, desahogo o rebelión. Y es que el nacionalismo vasco está ahí delante de nosotros, triunfando con una base argumental endeble, captando voluntades y adhesiones sin fin. Disputar con él es un reto necesario para cualquier ánimo racionalista, crítico y ciudadano».