Nos resulta más fácil aceptar el fin del mundo que el final del smartphone. Y es que como proclaman los gurús de Silicon Valley, la promesa redentora de una tecnología sin fisuras nos permitirá solucionar todos los problemas del mundo. El mesianismo tecnológico es la modalidad predominante que adopta hoy la ideología del progreso, sostenida en la ilusión de que la tecnociencia nos permitirá rehacer el mundo a nuestra imagen y semejanza. Las fuerzas de esta tecnolatría, como nos recuerda Jorge Riechmann, sueñan hoy con la velocidad de escape: cada vez más lejos y cada vez más rápido es la divisa de los cambios tecnológicos para escapar de los límites biofísicos y de la condición humana, banalizando los procesos de destrucción en curso.
Estas desmesuradas ilusiones de sobrepotencia humana, magnificadas por los poderes de la razón, la tecnología y la ciencia, es lo que puede llamarse prometeísmo. Y este puede reconocerse en los experimentos de ingeniería social del nazismo y el comunismo como en la nueva eugenesia científica promovida por el «transhumanismo» y su búsqueda de la Superinteligencia, Superlongevidad y Superbienestar de nuestra especie. Este ensayo sostiene que tenemos que resisis frente a esas ilusiones nihilistas y someter a crítica nuestra propia razón utópica, reconstruyendo y construyendo para ello una racionalidad ecológica. Y ecologismo quiere decir, esencialmente, asunción de los límites.