Represión Resistencias Memoria Las Mujeres Bajo la Dictadura Franquista
Este libro expone la situación de las mujeres bajo el franquismo y, a la luz de las investigaciones recientes, examina los mecanismos formales e informales de definición de género del régimen franquista, su lógica represiva sexuada y las diversas modalidades de resistencia femenina. Abarca cuestiones relacionadas con la especificidad de la represión franquista respecto a las mujeres, el universo carcelario, la creatividad intelectual y cotidiana en las múltiples respuestas antifranquistas de las mujeres a lo largo de la dictadura, las aportaciones desde el exilio exterior como también las implicaciones de un exilio interior en la lucha contra Franco y el resurgimiento feminista durante el tardofranquismo. Abre el debate sobre el significado del rol de las mujeres falangistas y católicas en la implementación del modelo femenino franquista y profundiza en el conocimiento de las diferentes modalidades de resistencia en femenino. Al interrogarse sobre el significado de la memoria de las mujeres en el Franquismo, plantea su rol como guardianas de los valores democráticos de la Segunda República y su contribución en la transmisión de un compromiso político democrático y defensa de la libertad a sucesivas generaciones de mujeres.
Esta obra colectiva es el resultado del coloquio Mujeres bajo la dictadura franquista patrocinado por la Fundación Pablo Iglesias en el Círculo de Bellas Artes en diciembre del 2008 en el marco de su trabajo de desarrollo historiográfico y de recuperación de la memoria histórica. Nuestro agradecimiento a la Fundación y, en especial, a Duca Aranguren por haber facilitado este encuentro tan estimulante y un espacio de fructíferos debates entre especialistas participantes en estas y otras jornadas. El libro refleja los debates y los avances notables en la historia de las mujeres y hace una aportación significativa para repensar el propio Franquismo y la centralidad del género en su configuración.
Bajo la dictadura de Franco se cerró brutalmente el camino de las mujeres hacia la emancipación, la igualdad y la ciudadanía. El Nuevo Estado implementó décadas de represión, derogación de derechos y falta de libertad. La redefinición del rol de las mujeres fue una pieza clave en la maquinaria represiva, en el poder disciplinario y la imposición de una sociedad patriarcal, nacionalcatólica del régimen dictatorial. Mediante leyes, normativas, modelos educativos y la Sección Femenina, el régimen franquista impulsó un arcaico arquetipo femenino recatado y sumiso, que expulsaba a las mujeres de toda actividad en el ámbito público, siendo el hogar y la familia los únicos espacios autorizados. Estableció por ley un orden de género de dominio masculino que reguló la dependencia obligada de las mujeres. Convertidas en seres subalternos, sin derechos, relegadas a la domesticidad forzada del hogar, las mujeres fueron obligadas a permanecer bajo la permanente tutela masculina, sin identidad propia. Los derechos políticos y las conquistas sociales que alcanzaron en la Segunda República, fueron denigrados y rechazados sistemáticamente. Las mujeres ya no tenían lugar en la esfera pública, en el trabajo remunerado, en la política ni en la cultura.
Muchas mujeres fueron brutalmente reprimidas, encarceladas o ejecutadas a causa de su actuación en la Guerra Civil y por su resistencia al régimen dictatorial. En el universo carcelario se juntaron militantes, madres y reclusas presas en unas condiciones deplorables bajo la perversa lógica represiva del Franquismo. La represión sistemática no anuló la voluntad de resistencia de las irredentas antifranquistas que pasaron por las cárceles, mientras la experiencia del exilio interior y exterior marcó la vida de muchas mujeres sin impedir su oposición a la dictadura. La opresión política puso fin a la lucha abierta a favor de la democracia en España, pero no anuló la voluntad democrática ni el propósito de emancipación. Las mujeres lucharon tanto a través de resistencias más visibles de signo político y social, como también mediante la resistencia de la rebeldía cotidiana y de las estrategias de supervivencia. A lo largo de décadas de sistemática represión dirigida contra ellas, muchas mujeres continuaron su lucha política en el exilio forzoso; otras, dentro de España, participaron activamente en el movimiento democrático y clandestino de oposición a Franco, mientras otras desde el silencio o el exilio interior padecieron los rigores de la dictadura. A pesar de los métodos férreos que la dictadura franquista tenía a su disposición, su discurso y sus políticas legislativas no lograron imponerse entre las españolas. El compromiso político antifranquista marcó la trayectoria de muchas mujeres a lo largo de las desoladoras décadas bajo la bota franquista. Y para los años 1970 las mujeres generaron una agenda reivindicativa de valores democráticos que, con el resurgimiento del feminismo, incorporó a la respuesta democrática individual y colectiva la voluntad de liberación, empoderamiento y la recuperación de los derechos de las mujeres.
El libro que presentamos abre con un capítulo de Mónica Moreno que argumenta que la represión franquista se debe definir como sexuada ya que la represión sobre las vencidas y sobre el antifranquismo femenino tuvo un carácter específico de tipo político y de género. Destaca el fuerte componente moral de la represión contra las mujeres al igual que su carácter subsidiario, pues muchas españolas fueron castigadas por las acciones de sus familiares varones. La autora esboza las tipologías y procedimientos de la represión, desde la humillación pública a otras menos conocidas, así como el estricto control social ejercido sobre las mujeres en su conjunto y el papel de las numerosas instituciones y colectivos implicados.
El siguiente capítulo de David Ginard examina la especificidad de género en la represión franquista con relación a la violencia política contra las mujeres en el primer Franquismo, el alcance cuantitativo de la represión femenina, el trato específico de las mujeres en los tribunales franquistas, y las formas de violencia física y moral sobre las mujeres antifranquistas. Plantea que ellas padecieron modalidades de represión sexuada marcadas por un componente altamente simbólico como los castigos considerados femeninos, con sentido de purificación y apropiación simbólica del cuerpo de la mujer, no necesariamente asociados al cumplimiento de una condena. Ana Aguado enfoca su estudio de la cárcel como espacio de resistencia y de supervivencia antifranquista y propone incorporar al análisis del antifranquismo la experiencia individual de las mujeres presas a partir de su testimonio. Analiza la construcción del sistema carcelario femenino en la España franquista, sus argumentos diferenciadores de género y la evidencia de las dinámicas asimétricas entre mujeres y hombres del antifranquismo respecto a la solidaridad en las prisiones. El texto de Fernando Hernández Holgado parte del contexto de la prisión de Ventas para demostrar la necesaria colaboración entre historia y memoria para historiar la represión franquista, en el caso de la desaparición de las fuentes documentales. De este modo ejemplifica la reconstrucción de la violencia y la ejecución a la presa María Lozano, «La gitana» y la desaparición forzada de su hijo en 1939. El capítulo de Sara Ramos se centra en el proceso de depuración de maestros y maestras del Nuevo Estado, las instituciones y cargos administrativos participantes, así como el tipo de testigos a que se acudía. Estudia el perfil ideal de maestra que tenía el régimen en el marco de la misión franquista de recristianización de España y la especificidad de género en los procesos de represión y de depuración. Su trabajo muestra una represión de género con un carácter más preventivo y ejemplarizante entre el sector femenino del magisterio primario que sometió las maestras a una mayor presión moral.
El capítulo de Aurora G. Morcillo examina el imaginario femenino del Fran-quismo y señala que rehabilita modelos culturales de la Contrarreforma y promociona la rehabilitación del culto a figuras como Santa Teresa y la Virgen del Pilar. Esta reeducación de la sociedad española será dirigida por la Sección Femenina de Falange y la Iglesia. Desde mediados de los años 50, el régimen se ve obligado a adaptar legislación y discursos, aunque sin introducir cambios importantes en la posición de la mujer. Julián Casanova reflexiona sobre el peso de la Iglesia Católica en el discurso del Nuevo Estado. Plantea que los objetivos de la represión parten de una teoría de la purificación, articulada por la Iglesia, que motiva la unión en la Guerra Civil de una Coalición Reaccionaria, con apoyos sociales importantes en todas las clases sociales, y que confirmará la religión católica como eje de la construcción de género del régimen franquista.
El capítulo de Pilar Díaz Sánchez nos introduce en el mundo femenino del trabajo y del sindicalismo bajo el Franquismo. Pese al discurso y la regulación franquista, un número considerable de mujeres trabajaron en las fábricas, el comercio, el servicio doméstico e incluso en el estraperlo. Frente a la ocultación del número real de mujeres trabajadoras en las fuentes oficiales de la postguerra los testimonios orales y otras fuentes esclarecen su presencia y significado. La autora analiza la evolución de las condiciones laborales de las trabajadoras, como también su protagonismo durante los años 60 en Comisiones Obreras y en los sindicatos católicos. El texto de Claudia Cabrero Blanco aborda la resistencia antifranquista en femenino. Frente al modelo doméstico y subordinado de mujer que instauraba el régimen franquista, el compromiso de muchas mujeres con la resistencia antifranquista cuestionó este arquetipo. La autora traza un amplio repertorio de activismo femenino en los diversos frentes de lucha antifranquista y de protestas sociales y analiza su significado en el desarrollo de una conciencia democrática y feminista de muchas mujeres. El capítulo de Mary Nash se fija en las diferentes modalidades de resistencia y del resurgimiento feminista durante el tardofranquismo. A partir del testimonio oral y de otras fuentes del movimiento feminista estudia la construcción de una identidad de resistencia política y feminista. Destaca la gran importancia de los grupos informales que permitieron emprender un proceso de concienciación feminista más colectivo. La autora examina la intersección entre los diversos espacios de resistencia política, social y feminista en el marco de los partidos clandestinos, los movimientos de vecinos, y el sindicalismo y su influencia en la emergencia del feminismo como significativo movimiento social durante la Transición democrática.
En el terreno de las representaciones culturales, el último capítulo de María Cinta Ramblado Minero analiza la representación cultural que construye el cine y los documentales sobre la experiencia femenina en el Franquismo en un ejercicio de transmisión de la memoria en femenino. Frente a la escasa presencia de una mirada femenina en estas producciones, la autora reivindica la importancia de una representación audiovisual de la experiencia femenina cuidadosa, respetuosa y justa con las mujeres porque se cruza con fuerza con la historiografía, prevaleciendo a menudo sobre ella.
El conjunto de artículos de este libro arroja luz sobre la pluralidad y el significado del rol de las mujeres durante la larga dictadura franquista. Amplia nuestro espectro de conocimiento de la historia de las mujeres bajo el franquismo a la vez que abre el camino de cuestionamiento de algunos mitos de otras épocas historiográficas. Deja en evidencia la centralidad del género en el desarrollo del Franquismo y recobra el legado aun escasamente conocido de las mujeres que se opusieron al régimen dictatorial y abrieron espacios de libertad y de resistencia a pesar de la represión y de las represalias.