En el debate sobre la soberanía, el orden político y el Derecho Internacional planteado en Europa en el primer tercio del siglo veinte , el punto de vista de Kelsen es completamente diferente del que adoptara inicialmente Carl Schmitt para el cual la soberanía -también en el plano externo- remite al poder efectivo de decidir sobre el estado de excepción en la dialéctica amigo/enemigo .
Y adviértase que el debate se producía en el marco de República de Weimar, con la visible crisis del Estado de Derecho Liberal y las tensiones y luchas entre formalismo jurídico-político y realismo jurídico-político.
Schmitt afirma la soberanía como ese poder de decisión política en una situación de excepción, incluso en contra del orden democrático y del Derecho vigente. De este modo, la concepción de la soberanía en Carl Schmitt se resuelve en un decisionismo político, que alcanza a la decisión unilateral sobre la guerra contra el considerado enemigo. El recurso a la guerra no puede ser obviado en situaciones de excepción.
Carl Schmitt atribuía la soberanía a aquellas instancias de poder que demostrasen ser capaces de ejercer la dominación política en situaciones de excepción o en circunstancias extraordinarias. Hacía notar que ese concepto de soberanía era estructuralmente afín al concepto teológico de «milagro». Para él la paz -el pacifismo- no puede ser un valor absoluto, pues en una perspectiva realista los conflictos no siempre podrán ser resueltos por vías pacíficas y jurídico-institucionales.
Por lo demás, su visión de la época de los grandes espacios políticos del mundo contemporáneo no le hace apostar por un nuevo orden internacional basado en la integración a través de un Derecho Internacional evolucionado, sino abogar por nuevas formas imperiales que consagrarían inevitablemente el dominio de las grandes potencias . Su teoría originaria de la soberanía se correspondía con la formación de los Estados totalitarios en el primer tercio del siglo veinte.