Una historia de nariZ es
Esta novela no debería ser leída por fundamentalistas teologales o andrólatras, dogmáticos no dispuestos a dejarse torcer el brazo —si miran por cima del hombro, tanto peor—, iconófilos, meapilas, temerosos de Dios —porque son temibles, como dejó dicho Esquilo—…
Tampoco por eunucos, pichicortos, coñosecas, taponados, enemigos del sesenta y nueve o del ábrete de piernas —corazón—, salidos y onanistas inconfesos; taumaturgos y sus séquitos —bajo capa de resucitadores, puntilleros—> revelanderos, mesías o mesiánicos —acompañados de sus ángeles exterminadores— sabelotodo, caballeros andantes, administradores de lo ajeno, berzotas convencidos de que el fin justifica los medios, tenedores de velas para cualquier entierro, héroes de conveniencia —casi todos los héroes— o por majadería —el resto— (…) consumidores de albóndigas que nadie ha visto correr sin herraduras o de macedonias alejadas de los árboles; cuantos no catan tocino por no mancharse (…) sosos, chochos sin edad, mojigatos, melones, sandías, mandrias, candileteros, encorrevientos, hueros, cabezas de ajo o de serrín, sacos de patatas, personal con no llega a dos dedos de frente, duros de mollera, cara de estreñidos, carapedos, pedorros, caras de torta y tortas, caras sin cara (…) Etcétera, pero, en general, cuantos hacen ascos de darle gusto al cuerpo, del no hay cosa más rica que rascar donde pica…
No huele bien. Huele un poco regular. Bastante regular. Bastante mal. Mal. Muy mal. Horrorosamente… (…) Huele que no lo aguanta ni Dios que bajara.
MÁS TÍTULOS SOBRE FICCIÓN MODERNA Y CONTEMPORÁNEA