Fracaso Escolar en la Unión Europea
Durante los últimos veinte años se han publicado muchos libros y artículos en revistas especializadas (e incluso en revistas de divulgación general) sobre el problema del Fracaso Escolar. Esa abundancia de estudios y de publicaciones es una muestra elocuente de que el problema es grave y de que, además, es un tema que preocupa colectivamente. Sin embargo, lo que más sorprende, cuando se comparan los datos aportados por diversos autores a lo largo de los años, es que la magnitud del problema no decrece, a pesar de los múltiples intentos que los gobiernos llevan a cabo para erradicar esa lacra de los modernos sistemas educativos.
Esa constatación permite sospechar que, o bien el problema es tan estructural que no tiene solución, o bien que las soluciones propuestas por los gobiernos no tienen como objeto su erradicación sino únicamente modificar lo más superficial del sistema para que lo esencial siga igual. Evidentemente, ambas interpretaciones tienen sus defensores y sus detractores. Sin embargo, cuando se analizan en profundidad esas pretendidas soluciones la segunda hipótesis esbozada en las líneas anteriores parece mucho más clara que la primera.
Hay otros dos datos que apoyan la interpretación del cambio superficial. Uno se deriva del intento de la mayor parte de los gobiernos por esconder el problema, bien eliminando de la nomenclatura oficial el término “Fracaso Escolar”, bien suprimiendo los exámenes y las calificaciones, o simplemente promocionando de curso y de ciclo a todo el alumnado. El segundo dato queda patente cuando se comprueba que la práctica totalidad de los gobiernos, amparándose en la no existencia de un criterio universal y unívoco para definir el Fracaso Escolar.
AUTOR: SANTIAGO MOLINA GARCÍA
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