Vulnerabilidad Enfermedad Mental
La vulnerabilidad se identificaría como el modo de considerar en psicopatología la subjetividad en su sentido
más puro de horizonte o límite. La vulnerabilidad se muestra como algo que, aunque en su sentido último resulte
inaprensible o indisponible, necesita ser pensado y estar presente en la psicopatología para superar los reduccionismos
y comprender la posibilidad misma del enfermar psíquico.
Esta reconstrucción de la vulnerabilidad busca hacer una contribución a algunos debates contemporáneos en los que
puede estar en juego el que la misma psicopatología sea posible: posible porque no se separe de su propia raíz en la
persona y su subjetividad, posible porque se limite a sí misma -y sepa de límites humanos que no pueden si deben ser
tratados como enfermedades- y posible también porque esté animada con un impulso ético que movilice los mejores
recursos para comprender y ayudar al enfermo mental.
AUTORES:
Ignacio Bone Pina
Cuando este 24 de diciembre sus familiares, compañeros jesuitas y amigos dábamos el último adiós a Nacho Boné Pina,
terminaba el despliegue de cinco vocaciones –al menos– que se fueron convirtiendo en historia. La primera, la de jesuita. En su familia se sembró una educación religiosa, y en el colegio de El Salvador primero, y el centro Pignatelli, después, esa semilla se convirtió en intuición, y ésta, en llamada. Llamada a vivir el Evangelio en la Compañía de Jesús que, entonces, a finales de los años 80, vibraba en la estela aún reciente del padre Arrupe, y el deseo de trabajar por la fe y la justicia.
Esta vocación se enriqueció con una segunda llamada, al sacerdocio. A ser testigo, ministro y mediador de Dios en el pan y la palabra. Muchas veces a lo largo de los años ese ministerio, que ejercía con devoción y entrega, fue para otros fuente de encuentro con Dios. Supo hacer de sus palabras eco de la Palabra, y de sus gestos, memoria viva de quien se entregó…
La tercera vocación es la de sanador. Nacho empezó medicina ya antes de entrar en el noviciado jesuita. Su preocupación por los otros y su capacidad de empatía le hacía sensible a las heridas de quienes le rodeaban. Y dentro de ellas, eligió las más difíciles, las de la mente. Así, ya jesuita, terminó medicina, y se especializó en psiquiatría. Durante años acompañó muchas batallas contra esos fantasmas de dentro, tan complejos y destructivos. Muchas personas encontraron en él más que un médico, un acompañante.