España Negra
DIGÁMOSLO desde la primera línea, para que nadie pueda no advertirlo:
es La España negra, del pintor José Gutiérrez-Solana, uno de los libros más singulares, expresivos y hermosos de toda nuestra literatura.
De hecho, todos los suyos lo son, pero más éste, quizá por el concentrado simbolismo de las categorías morales sobre las que ha montado su solfa,
que es siempre íntima, sentimental y bronca.
Desde las jarchas arabís hasta el último de los últimos libros que esté en estos momentos bajo las prensas, podremos encontrarle obras parejas en
el Arcipreste, en Rojas, en Cervantes, en Quevedo,
en Torres Villarroel, en Larra y en todos los que fueron sus contemporáneos, en Azorín, viajero como él por los mismos lugares, en Baroja, como él
antirretórico y sincero, en Unamuno, tan su igual en el tremebundismo sanguinolento o en Noel, nuestro pobre y descalabrado Noel, con el que compartió
el odio fiero al flamenquismo y al letal cacicalato, podremos, digo,
hallar en todos ellos obras comparables a ésta, pero no superiores.
¿Cómo, entonces, un libro tan principal y poderoso no ha sido reeditado en España, en su forma original, hasta donde uno sabe, desde que lo fue por primera
vez en el ya muy remoto año de1920?
Sencillamente porque España sigue siendo empecinada y cerril, y es posible que no pueda nunca dejar de serlo, porque parte de su naturaleza y de su encanto nace de ahí.