Historia del Arte para Incrédulos
Edición, Enero 2016
Editorial ANDAVIRA
SINOPSIS
Ya no puede incluirse la pieza en los exámenes de Humanidades, ni en los péplum. Así de rotundo es José Ramón Soraluce Blond en su libro Historia del arte para incrédulos (Andavira Editora). Se refiere a Luperca, la famosa loba del Capitolio que, junto con los niños Rómulo y Remo, se había convertido en el símbolo de Roma y de su pasado clásico. La loba siempre se consideró una escultura etrusca hasta que el carbono 14 descubrió, el año 2009, que en realidad es un escultura fundida en la Edad Media y no en el siglo III antes de Cristo. Por ello, Soraluce, doctor arquitecto y catedrático de la Escuela Técnica de Arquitectura de A Coruña, sostiene que hay que retirarla de los manuales, si bien en el libro (que se presenta hoy en A Coruña, a las 20 horas en la Academia de Belas Artes) recoge la reacción del responsable de los Bienes Culturales de Roma diciendo que, aun siendo medieval, se trata de una copia de un anterior original etrusco.
Este es uno de los 54 ejemplos recogidos en este volumen y que van desde la muralla china con su absurda teoría de que era visible desde el espacio, con sus cinco metros de ancho en la zona mejor conservada, hasta el misterio de las 35 toneladas de acero corten de la obra que Richard Serra hizo para el museo Reina Sofía y que desapareció.
Dado que es este un manual para incrédulos, Soraluce documenta cada caso y en el de Serra recoge desde los 10 millones de euros que costó a la firma Macarrón SA trasladar la obra a un almacén con cinco grúas hasta que el Estado español volvió a comprar a Serra unas piezas idénticas a las desaparecidas, que fueron expuestas en el mismo museo desde el 11 de febrero del 2009. Ver para creer.
Y a la vista de los visitantes quedan en ocasiones las agresiones recibidas por obras del arte como ocurrió con la Pietá a la que un geólogo húngaro Laszlo Toth destrozó a martillazos el rostro de la Virgen y partió un brazo. Hay obras que han sufrido agresiones, traumatismos, daños y tienen una serie de remiendos que a veces se notan, si queremos ver con detalle, pero forman parte de la vida de la obra de arte, y generalmente no se cuenta.
Es el caso de La Venus del espejo, de Velázquez, acuchillada por las sufragistas, y hay una película sobre este movimiento -recuerda- pero no recoge este hecho. En otras ocasiones los hechos están a la vista pero parecen ocultos, sostiene Soraluce. Como Las Meninas, donde el perro es protagonista: en un cuadro el más importante siempre es el que está en primer plano, pero eso no está en ningún libro de la historia del arte, ni mencionan al can.
Es un mastín leonés, uno de los perros de la jauría real de Felipe IV y su presencia destaca porque muchas cosas se explican a través del animal, y las Meninas es uno de los cuadros más complicados. Las 54 obras recogidas en este texto reúnen condiciones para que su relato quede plasmado porque se ha ido olvidando su historia, hay una literatura oficial y todo lo que se sale de la linea ortodoxa hay que redescubrirlo. Los avances de la humanidad reseña Soraluce se han hecho a base de incredulidad.