Todo parece apuntar a que en el siglo XXI se producirá el agotamiento de la base energética sobre la que se ha construido la civilización actual: los combustibles fósiles. Aunque la atención mediática se esté centrando en la escasez de petróleo, en la próxima década se pondrá de manifiesto, también, la escasez del gas y del carbón. Estos fenómenos empiezan a provocar una crisis que obligará a transformar nuestra civilización en otra más armónica con la naturaleza.