Esta obra pretende contribuir a una nueva ciudadanía intercultural que suponga avanzar en la lógica inclusiva de la democracia según las exigencias del principio de justicia. En el contexto actual de una globalización tremendamente injusta, la dinámica nihilista del mercado conlleva, con la exclusión de muchos, la negación fáctica de la dignidad humana. Frente a este nihilismo cultural que se difunde con la globalización capitalista, es preciso abrir brecha a favor de un discurso crítico que aliente, desde la verdad «práctica» como cuestión de justicia, la recuperación del sentido de la acción política.
Se hace necesario decantar una nueva versión del Estado social como Estado solidario cuyas instituciones sirvan de cauces políticos para la mediación de la solidaridad y propongan objetivos de justicia desde un nuevo universalismo transcultural. Partiendo de este universalismo, ha de abordarse el diálogo intercultural con la clara intención de hacer frente a los planteamientos falaces del llamado choque de civilizaciones. La nueva ciudadanía ha de contar con la responsabilidad de cada cual para con los derechos del otro como núcleo ético del compromiso ciudadano con la justicia y como base moral sobre la que asentar el reconocimiento recíproco de derechos, «pacto» en el que se funda la democracia.
La laicidad del Estado y de los ámbitos públicos de una sociedad secularizada y pluralista constituye otro de los temas candentes del debate político. Para impulsar la consolidación de la laicidad, además de recapacitar sobre los argumentos que históricamente se han dado a su favor, es necesario hacer un balance crítico desde el que repensar la religión y poner al día el laicismo. Finalmente, para clarificar el horizonte en el que se inscribe la pretensión de radicalizar el bienestar en términos de justicia, es imprescindible replantear críticamente lo utópico, reubicarlo a la escala de la finitud humana y liberarlo de la mitificación del progreso.