En una carta a Joë Bousquet, Simone Weil confesaba su deseo de ser considerada una poetisa antes que una filósofa. Su obra poética, sin embargo, se reduce a un puñado de poemas, reunidos en esta edición. Los primeros, poemas de juventud, son ante todo un ejercicio formal donde prima la intención estética sobre los contenidos, aunque ya revelen las inquietudes sociales y políticas de su autora, y muestren su tendencia a trasladar una realidad liberada de toda fantasía. Los poemas últimos («Los astros», «El mar», «Necesidad» y «La puerta»), escritos en Marsella entre 1941 y 1942, elaboran las ideas que más ocuparon a Simone Weil —necesidad, obediencia, voluntad, espera—, y representan una especie de epítome de su pensamiento.
Con Venecia salvada, drama incluido también en este volumen, pretendía Simone Weil recuperar el estilo de las tragedias clásicas griegas que tanto admiraba. Comenzó a escribir esta tragedia en 1940, y continuó trabajando en ella hasta su muerte, quedando la obra finalmente inconclusa. Trataba ahí de «retomar por primera vez desde Grecia la tradición de la tragedia en la que el héroe es perfecto», narrando el sufrimiento del ser humano sometido a la necesidad impenetrable, que lo impulsa a realizar actos que él mismo acaba aborreciendo, lectura también del sentido último de los actos generosos, donde el que así actúa expone su alma desnuda a toda herida