Comunidad Europea como Organización Internacional
Ortega y Gasset concebía la nación como «un proyecto sugestivo de vida en común». Como una colectividad integrada, con particulares vínculos de cultura. Como una sociedad civil resultante de un determinado proceso histórico,
en el que su configuración como sistema de convivencia de carácter integral va a quedar plasmado en la naturaleza de las instituciones que se articulan para su organización, conservación y desarrollo. Éstas, a su vez, van a quedar
penetradas del fin esencial que Francisco de Suárez atribuía a quien tiene el encargo de la gobernación de los pueblos. La consecución y el mantenimiento de la paz social, que tiene una significación mucho más profunda que la simple
instauración del orden, puesto que, para ser auténtica, tiene que incorporar necesariamente un contenido suficiente de justicia.
Todo ello motiva que las instituciones del Estado. Constituidas para la organización y el gobierno de la sociedad civil. De las que ellas mismas surgen y de quien reciben directamente su legitimidad y el mandato concreto para su actuación,
obtienen directamente una valoración esencial en un país democrático al constituirse como garantes, por el simple hecho de su existencia, de un sistema de convivencia cuyo fin primario es la paz social. En función de ese objetivo, la
sociedad delega en ellas de forma directa e inmediata las competencias necesarias, que si se utilizan con la eficacia que un Estado moderno puede tener en un marco de libertad, por fuerza tienen que motivar la adhesión natural de la
inmensa mayoría ciudadana. Porque no sólo son el cauce de la acción directa del gobierno correspondiente, sino que asimismo constituyen el crisol que asegura la presencia de todas las fuerzas políticas en el Estado y la garantía del
cumplimiento del «Gran Contrato» social y político que representa la Constitución.
AUTOR: JOSÉ A. GIRÓN LARRUCEA
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