Tratado Derecho Ambiental II
El agua es el elemento más importante de nuestro planeta, el que ha permitido la aparición, y sobre todo el mantenimiento de la vida. A diferencia de lo que sucede en otros astros inertes, la existencia de agua en la Tierra ha hecho posible la biosfera, para lo que ha constituido un factor determinante el proceso de la fotosíntesis apoyado en el agua como ulterior liberación de oxígeno a la atmósfera [1].
Es comprensible, pues, que tanto las grandes religiones, como las primeras explicaciones filosóficas del origen del Cosmos hagan hincapié en el agua en cuanto fuente de vida y medio de purificación y regeneración [2]. Así, la Biblia, al relatar la creación del mundo (Génesis, capítulo primero) señala que tras la inicial creación por Dios del cielo y la tierra: «La tierra empero estaba informe y vacía y las tinieblas cubrían la superficie del abismo: y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.»
[1] Martín Mateo, «Cultura y Tecnología del agua», Revista Española de Derecho Administrativo, núm. 62/1988, págs. 173 y sigs.
[2] Llobregat, «Toros y agua en los cultos funerarios ibéricos», Saguntum, núm. 16, 1981.
ÍNDICE
X. Contaminación de las aguas continentales
XI. La tutela del agua en el marco general de la administración de los recursos hídricos
XII. El saneamiento
XIII. Aguas superficiales
XIV. Aguas subterráneas
XV. Los mares
XVI. La contaminación atmosférica
XVII. Medidas administrativas para el control de la contaminación atmosférica
XVIII. El control de las emisiones
XIX. La contaminación transnacional
XX. El suelo
XXI. Los residuos sólidos urbanos
XXIII. El ruido
XXIV. La prevención de riesgos ambientales
XXV. Las radiaciones ionizantes
XXVI. Derecho nuclear y de la radiactividad
Epílogo. La cumbre de Río de Janeiro