Nos hallamos ante un auténtico best seller de su tiempo. Uno de los grandes clásicos revisionistas con respecto a la Primera Guerra Mundial: una investigación sobre aquellos que hicieron posible que se activara la gran maquinaria de matar. Los mercaderes de la muerte fue, en muchos sentidos, el manifiesto de una generación de personas que juraban que no habría ni podría haber otra guerra de este tipo. La obra plantea un ataque sutil y riguroso, pero apasionado, contra aquellos que usaron el Gobierno para beneficiarse a expensas de la vida y la propiedad de otras personas.
Aquí hay una muestra de la orientación ideológica de Engelbrecht y Hanighen: «La industria armamentística no creó el sistema bélico. Al contrario, el sistema bélico creó a la industria armamentística… Todas las constituciones del mundo confieren el poder de hacer la guerra al Gobierno o a los representantes del pueblo. La raíz del problema, por lo tanto, va mucho más allá de la industria armamentística. Se encuentra en el temperamento prevaleciente de los pueblos hacia el nacionalismo, el militarismo y la guerra, en la civilización que forma este temperamento y previene cualquier cambio drástico y radical. Solo cuando se modifique esta base subyacente del sistema bélico, la guerra y su industria concomitante, la armamentística, dejarán de existir».
Este libro es un maravilloso ejemplo de lo que Rothbard llamó la «vieja derecha». No solo denuncia la maquinaria de la guerra, sino que además nos brinda una fascinante historia de la especulación bélica/
¿Por qué relanzar Los comerciantes de la muerte a casi un siglo de su publicación original? Los especuladores belicistas están ganando en estos tiempos más dinero que nunca antes. Se están beneficiando del conflicto de un modo que no tiene precedentes. Lo que cuenta este libro no solo ha vuelto a suceder, sino que ha empeorado con creces. Por tanto, este tratado es más necesario que nunca.