1ª Edición, octubre 2013
Fundación Lilly/ Unión Editorial
SINOPSIS
Si la época del Renacimiento se caracterizó por un sueño europeo, que no llegó a hacerse realidad por culpa de las divisiones y guerras de religión, hoy ese sueño europeo tampoco parece alcanzable, aunque las razones actuales no sean religiosas, sino políticas y económicas. Pero de aquella época quizás la característica que hoy más echamos en falta es el espíritu humanista que empujó a los grandes hombres de los siglos XV y XVI a interesarse por todos los saberes, a aprender de los grandes maestros clásicos, a despreciar cualquier tipo de dogmanismo, y a revisar con profundo espíritu crítico el conocimiento heredado, adaptando una envidiable actitud que consistió en mirar simultáneamente y con igual pasión hacia el pasado y hacia el futuro. Una actitud que generó enormes avances en las ciencias y las artes.
Ese espíritu contrasta con la especialización y el saber separado en compartimentos que caracteriza nuestra época, una época definida por tener como única referencia el tiempo presente, por la cultura de masas cuya llegada ya predijo Ortega y por la ausencia de espíritu crítico que propicia la llegada de nuevos credos y dogmatismos con el denominador común del individuo que solo adquiere relevancia social si es capaz de acaparar poder o riqueza.
Por ese motivo resulta ahora especialmente importante reinvindicar modelos, como el de Andrés Laguna, que puedan servirnos de ejemplo de lo que un individuo impregnado de se espíritu humanista puede llegar a aportar, no solo a sus contemporáneos, sino también a las generaciones futuras. Laguna es el prototipo de sabio renacentista europeo. Médico, científico, humanista, lingüísta, viajero, poeta y político, lo convirtieron en uno de los grandes hombres de su época y en representante del periodo en el que la ciencia española ha tenido un mayor desarrollo y protagonismo.