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Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible

ISBN: 9788467075045

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Hay existencias

Peso 357 g
Fecha de Edición 25/09/2024
Plazo de entrega

24 h

Número de Edición

1

Idioma

Español

Formato

Libro

Páginas

168

Lugar de edición

BARCELONA

Encuadernación

Rústica

Colección

NUEVAS OBRAS REAL ACADEMIA

Nº de colección

14

Editorial

ESPASA LIBROS, S.L.U.

EAN

978-84-670-7504-5

Frente a la opacidad de disposiciones que afectan a la ciudadanía en todos los ámbitos de su vida, ha cristalizado un movimiento internacional que, bajo la enseña «lenguaje claro», reivindica un nuevo derecho: el derecho a comprender.La Real Academia Española y las academias de ASALE velan por la corrección y la capacidad expresiva del español. Persiguen una lengua que posibilite el éxito comunicativo en todos los ámbitos: desde la conversación familiar hasta los tratados científicos o humanísticos, desde una solicitud hasta una ley o una sentencia.
«Sé coherente», «Sé veraz», «Sé cortés», «Sé claro» son regulaciones del buen uso que actúan como imperativos: del cumplimiento o de la violación de estas máximas deriva el éxito o la ruina de la comunicación.
Lenguaje claro y accesibilidad comunicativa mantienen estrechos vínculos. Ambos conceptos coinciden en un mismo objetivo: solucionar problemas en la comprensión de mensajes.
Esta Guía persigue transparencia, síntesis, comprensión y facilidad de uso. Explicar el lenguaje claro con lenguaje claro.

Real Academia Española:
La Real Academia Española (RAE) se creó en Madrid en 1713, por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco (1650- 725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. Tras algunas reuniones preparatorias realizadas en el mes de junio, el 6 de julio de ese mismo año se celebró, en la casa del fundador, la primera sesión oficial de la nueva corporación, tal como se recoge en el primer libro de actas, iniciado el 3 de agosto de 1713. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V.En 1715, después de considerar una serie de propuestas para decidir su lema, la institución, en «una votación secreta, eligió el actual: un crisol en el fuego con la leyenda Limpia, fija y da esplendor», según señala Alonso Zamora Vicente en su Historia de la Real Academia Española (1999). Para conocer mejor la historia general de la RAE, además del citado libro de Zamora Vicente, se recomienda la consulta del Catálogo de la exposición del tricentenario (2013) —coordinado por los académicos Carmen Iglesias y José Manuel Sánchez Ron— y La Real Academia Española. Vida e historia (2014), de Víctor García de la Concha, director honorario de la corporación desde 2010.La RAE, cuyo principal precedente y modelo fue la Academia Francesa fundada por el cardenal Richelieu en 1635, se marcó como objetivo esencial desde su creación la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse». Ese propósito se hizo realidad con la publicación del Diccionario de autoridades, editado en seis volúmenes, entre 1726 y 1739, y en cuyos preliminares se incluye una sucinta historia de la corporación.
En 1715 la Academia, que en sus inicios contaba con veinticuatro miembros, aprobó sus primeros estatutos, a los que siguieron los de 1848, 1859, 1977 y 1993. La Orthographía apareció en 1741 y en 1771 se publicó la primera edición de la Gramática.A lo largo de sus trescientos años de historia, un total de veintinueve directores han regido los destinos de la RAE, aunque dos de ellos —Ramón Menéndez Pidal y José María Pemán— repitieron en su cargo en dos períodos diferentes de sus vidas.Instalada en su actual sede académica de la calle madrileña de Felipe IV desde 1894, la institución ha ido adaptando sus funciones a las exigencias y necesidades de la sociedad de su tiempo. Los estatutos vigentes, aprobados en 1993, establecen como objetivo fundamental de la Academia «velar por que la lengua española, en su continua adaptación a las necesidades de los hablantes, no quiebre su esencial unidad». Este compromiso se ha plasmado en la denominada política lingüística panhispánica, compartida con las otras veintiuna corporaciones que forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), creada en México en 1951.