Control de los Recursos Públicos Condición Inevitable de la Democracia Real
(Visión Sistemática y Analítica)
Hay períodos históricos en que los ciudadanos, ingenuos y confiados, llegan a celebrar como ocurrencias divertidas afirmaciones tremendas, del tipo «el dinero público no es de nadie». Tal confianza, tal desentendimiento en manos de los administradores tiene un coste. Y no es barato, como advirtió Unamuno: «si oís decir que lo que es de todos no es de ninguno, esa es una barbaridad muy grande que han inventado los ladrones para robar más a su gusto».
El despilfarro que se nutre y alimenta de dinero público siempre tiene fecha de caducidad. Más pronto que tarde la realidad se impone. Entonces la ciudadanía que renunció a su derecho inalienable a controlar lo que es suyo descubre con indignación que el triunfo de la corrupción, el derroche y el saqueo de los fondos públicos conduce a la ruina y que la salmodia del «todos tenemos derecho a todo’1 fue el narcótico que utilizan los que siempre tienen derecho a más que nadie.
Cuando se deshace el embeleco, llegan los tiempos duros. Y los mismos que alababan nuestra indiferencia ante lo que ellos hacían con el dinero que nos sacaban de nuestros bolsillos, nos exigen a nosotros, a nuestros hijos, y a nuestros nietos, que sufraguemos los excesos que ellos cometieron con lo que no les pertenecía.
Entonces muchos se preguntan ¿y la Democracia? ¿y el Estado de Bienestar? ¿y el Estado social y democrático de Derecho que proclama la Constitución?.