Guía práctica de protección de datos para abogados
Cualquier actividad profesional es susceptible de tratamiento automatizado en todo o en parte. Y la utilización de la herramienta tecnológica deviene, en ocasiones, imprescindible; evidentemente, esto también es así en la actividad jurídica.
La informática, y su extraordinaria evolución, ha resultado ser uno de los fenómenos que más ha influido en el vertiginoso cambio social. El profesional del Derecho en general, y el abogado en particular, también se han visto desbordados por su introducción en todos los ámbitos de actividad.
A esto debemos añadir que no ha sido solamente la evolución de la Informática y su utilización popular. Sino que podríamos hablar de la utilización popular de la telemática. Con el acceso a Internet, ha revolucionado la forma de actuar y de trabajar en determinadas áreas profesionales llegando al momento que, hasta sin conocimiento real de las repercusiones que puede tener en el ámbito jurídico y, consecuentemente, práctico, se manejan con cierta alegría expresiones como » te envío un email» o «bájetelo de Internet».
Siendo cierto que todos conocemos el significado de esas expresiones, no es menos cierto que muchos desconocen los efectos negativos que su puesta en práctica puede tener para el profesional que responderá, a la postre, de una mala utilización de las herramientas que giran alrededor de lo que se ha dado en llamar las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).