Periodismo radiofónico
Si fuera tan pobre que solo me quedaran palabras y alguien que me escuchara, todavía tendría todo un mundo por descubrir y por imaginar. Eso es justo lo que nos permite la radio, creer que existe todo aquello que podemos crear en nuestra mente.
Los encargados de lograrlo son los que ahora tienen ante sí la posibilidad de utilizar la infinidad de oportunidades que la tecnología y las nuevas plataformas sonoras les ofrecen. Son afortunados porque pueden generar sueños e ilusiones y porque, cada vez, es más sencillo hacer esto posible.
Sin embargo, es conveniente recordar que lo novedoso, por inmediato y por atractivo, debe apoyarse, cuando lo necesite, en las ventajas que lo canónico le ofrece para depurarse y brillar. Eso es lo que pretende este modesto repaso por el universo radiofónico: recordar que se puede hacer magia sonora con lo más nuevo, sin olvidar que todas las sillas necesitan dónde asentarse.
Provocar emociones, destapar la caja de los sueños, despertar en los oyentes la carcajada o evocar, melancólicamente, el pensamiento que vagaba en el subconsciente… Sí, eso es posible con palabras y con silencios. Solo respira, cree y piensa. Alguien te escucha, esperando que lo consigas.