A pesar de que Franco falleció en la cama el 20 de noviembre de 1975, el franquismo murió en la calle: la movilización en fábricas, barrios, universidades y calles, impulsada por el Partido Comunista de España y por la izquierda revolucionaria, las diferentes corrientes marxistas, libertarias, defensoras de la autonomía obrera y cristianas anticapitalistas… fueron los que pusieron la lápida sobre el dictador.
Las organizaciones anticapitalistas desempeñaron un papel decisivo en el desarrollo de los movimientos sociales, desde los más fuertes como el obrero, el vecinal, el estudiantil, el feminista y el pacifista, hasta los más pequeños como el de liberación homosexual, el de minusválidos, el ecologista o el de presos comunes.
En su constitución defendieron diferentes proyectos políticos con elementos comunes, como la defensa de una ruptura con la dictadura, la reducción de la pobreza y las desigualdades, el fin de la subordinación de las mujeres a los hombres, una salida a la crisis que aliviara el paro por medio de la creación de empleo y con derechos y una estructura territorial respetuosa con las distintas identidades nacionales presentes en España.
Romper el consenso expone la historia de los miles de hombres y mujeres que se enfrentaron a la tortura, a la cárcel e incluso a la muerte para acabar con la dictadura. Miles de militantes que intentaron otra transición diferente a la que finalmente desembocó en una democracia similar a la de los países del entorno.
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