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Conde Lucanor

ISBN: 9788431615345

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Peso 460 g
Fecha de Edición 31/08/2017
Plazo de entrega

24 h

Número de Edición

1

Idioma

Español

Formato

Libro

Páginas

208

Lugar de edición

MADRID

Encuadernación

Rústica

Editorial

VICENS VIVES, EDICIONES

EAN

978-84-316-1534-5

SKU: 9788431615345 Autor: Categorias: ,

Conde Lucanor

2ª Edición, 2010
Editorial Vicens Vives

El infante don Juan Manuel nació en el castillo de Escalona (Toledo) en 1282 y falleció en Peñafiel (Valladolid) en 1348. Hijo del infante don Manuel de Castilla y de doña Beatriz de Saboya, fue, por tanto, sobrino de Alfonso X el Sabio y nieto del gran rey Fernando III el Santo. Actuó siempre como un noble con clara conciencia de su condición. Participó en numerosas guerras y se metió de lleno en las intrigas de la agitada vida política de la Castilla de su tiempo. A los ocho años quedó huérfano de padre y madre y pronto se vio envuelto en las luchas dinásticas de la época. En sus primeros pasos políticos fue protegido por el rey Sancho IV, al que la familia de don Juan Manuel había ayudado a subir al trono. En 1299 se casó con doña Isabel, infanta de Mallorca, pero esta murió en 1301 sin haberle dado descendencia. Como consecuencia de su matrimonio en 1303 con doña Constanza, hija del rey Jaime II de Aragón, don Juan Manuel acepta al rey aragonés como rey de Murcia y como su señor natural, razón por la que, al parecer, Fernando IV de Castilla, indignado con la actitud de su vasallo, intentó matarlo. Tras la muerte de este rey castellano, don Juan Manuel ocupó un lugar muy importante durante todo el período de la minoría de edad de Alfonso XI, monarca que concertó su casamiento con Constanza, hija del infante. Aunque el matrimonio llegó, incluso, a ser sancionado por las propias Cortes de Castilla, nunca se celebró, iniciándose así el período más amargo de la vida de don Juan Manuel, que fue desposeído por el rey de todos sus bienes y honores. Muerta su segunda esposa y fracasada su ambición de ver convertida a su hija en reina de Castilla, rompió sus vínculos con Alfonso XI y le declaró la guerra, para lo que pidió ayuda, incluso, al reino moro de Granada. El enfrentamiento entre el rey castellano y el infante tuvo su final en 1337, con lo que recobró su patrimonio y el cargo de adelantado de Murcia, que había heredado de su padre. En 1340 se alió con el rey castellano en su lucha contra los musulmanes; el resultado de dicho enfrentamiento fue la victoria en la batalla del Salado y la toma de la ciudad de Algeciras. Su tercer matrimonio fue con doña Blanca Núñez de Lara, quien le dio dos hijos más, don Fernando, al que dedicaría el Libro infinido o de los castigos, y doña Juana. Tras dejar la política, don Juan Manuel se retiró a Murcia para dedicarse por entero al cultivo de la literatura. A su muerte, fue enterrado en el monasterio de los frailes predicadores de Peñafiel, donde también habían quedado depositados antes los manuscritos corregidos de sus obras, hoy perdidos como su cadáver. Don Juan Manuel fue un hombre culto, más que los grandes señores de la época e, incluso, más de lo que él mismo quiso reconocer. Leyó la prosa de su tiempo e hizo suya toda la rica tradición de la cuentística medieval. Con El conde Lucanor, don Juan Manuel logra hacer avanzar el idioma, todavía titubeante, e impulsa la creación literaria en prosa poniendo los cimientos de un riquísimo futuro literario para España.

Don Juan Manuel:
El infante don Juan Manuel nació en el castillo de Escalona (Toledo) en 1282 y falleció en Peñafiel (Valladolid) en 1348. Hijo del infante don Manuel de Castilla y de doña Beatriz de Saboya, fue, por tanto, sobrino de Alfonso X el Sabio y nieto del gran rey Fernando III el Santo. Actuó siempre como un noble con clara conciencia de su condición. Participó en numerosas guerras y se metió de lleno en las intrigas de la agitada vida política de la Castilla de su tiempo. A los ocho años quedó huérfano de padre y madre y pronto se vio envuelto en las luchas dinásticas de la época. En sus primeros pasos políticos fue protegido por el rey Sancho IV, al que la familia de don Juan Manuel había ayudado a subir al trono. En 1299 se casó con doña Isabel, infanta de Mallorca, pero esta murió en 1301 sin haberle dado descendencia. Como consecuencia de su matrimonio en 1303 con doña Constanza, hija del rey Jaime II de Aragón, don Juan Manuel acepta al rey aragonés como rey de Murcia y como su señor natural, razón por la que, al parecer, Fernando IV de Castilla, indignado con la actitud de su vasallo, intentó matarlo. Tras la muerte de este rey castellano, don Juan Manuel ocupó un lugar muy importante durante todo el período de la minoría de edad de Alfonso XI, monarca que concertó su casamiento con Constanza, hija del infante. Aunque el matrimonio llegó, incluso, a ser sancionado por las propias Cortes de Castilla, nunca se celebró, iniciándose así el período más amargo de la vida de don Juan Manuel, que fue desposeído por el rey de todos sus bienes y honores. Muerta su segunda esposa y fracasada su ambición de ver convertida a su hija en reina de Castilla, rompió sus vínculos con Alfonso XI y le declaró la guerra, para lo que pidió ayuda, incluso, al reino moro de Granada. El enfrentamiento entre el rey castellano y el infante tuvo su final en 1337, con lo que recobró su patrimonio y el cargo de adelantado de Murcia, que había heredado de su padre. En 1340 se alió con el rey castellano en su lucha contra los musulmanes; el resultado de dicho enfrentamiento fue la victoria en la batalla del Salado y la toma de la ciudad de Algeciras. Su tercer matrimonio fue con doña Blanca Núñez de Lara, quien le dio dos hijos más, don Fernando, al que dedicaría el Libro infinido o de los castigos, y doña Juana. Tras dejar la política, don Juan Manuel se retiró a Murcia para dedicarse por entero al cultivo de la literatura. A su muerte, fue enterrado en el monasterio de los frailes predicadores de Peñafiel, donde también habían quedado depositados antes los manuscritos corregidos de sus obras, hoy perdidos como su cadáver. Don Juan Manuel fue un hombre culto, más que los grandes señores de la época e, incluso, más de lo que él mismo quiso reconocer. Leyó la prosa de su tiempo e hizo suya toda la rica tradición de la cuentística medieval. Con El conde Lucanor, don Juan Manuel logra hacer avanzar el idioma, todavía titubeante, e impulsa la creación literaria en prosa poniendo los cimientos de un riquísimo futuro literario para España.