Deontología farmacéutica.
El farmacéutico tiene encomendado el cuidado de dos aspectos de máxima importancia para el ser humano: la salud y la vida. Estas cuestiones son eje de fuertes tensiones, que interpelan al sujeto sobre aquellas dimensiones más profundas de la persona.
A ello se añade que, en la actualidad, los nuevos recursos y posibilidades generados por los avances de la ciencia y la técnica demandan de estos profesionales una rápida contestación. Estas razones obligan al farmacéutico a tener muy presente la repercusión social de su trabajo profesional.
De ahí se deriva la necesidad de establecer los mecanismos oportunos para lograr de los principios deontológicos que la inspiran y de las consecuencias personales y sociales que de ella se derivan.
Deontología farmacéutica.