Cuando apareció Heidegger y el nazismo el mundo intelectual internacional habló de una «bomba», pese al tono mesurado y exacto del texto. El descubrimiento innegable de su vínculo con el nazi-fascismo, comprometía no sólo a su propio país, sino a toda la cultura del siglo XX. Esta discusión sigue viva.
Por eso, Heidegger y su herencia: el neonazismo, el neofascismo y el fundamentalismo islámico compromete de modo sorprendente la proyección del pensamiento heideggeriano en el presente y el futuro. Con su metodología estricta y sobria, su exposición clara, fundada siempre en hechos y textos, Víctor Farías pone de manifiesto la función vitalizadora que Heidegger tiene en las formas totalitarias y extremistas de la actualidad.
Para todo lector será una sorpresa mayor descubrir su pensamiento en relación a la polémica antisemita y revisionista iniciada por su alumno Ernst Nolte, la función central de la filosofía heideggeriana en el programa y la praxis del NPD —el mayor partido neonazi alemán— y en el discurso teórico de los neofascistas más relevantes de Francia, Italia y Bélgica, fundamentando en él la xenofobia extrema y el antisemitismo. Aun los ecologistas fundamentalistas heideggerianos, con Rudolf Bahro a la cabeza, anhelan el advenimiento de un «Adolf verde». Sorprende también que los fundamentalistas islámicos vean en Martin Heidegger una suerte de icono en su lucha contra los «infieles», la modernidad y la democracia, se revela que Khomeini formó un grupo autodenominado «los heideggerianos» que recibieron la misión de articular la cultura y la legalidad islámica en Irán. Uno de sus miembros era Ahmadinezhad.
El neomarxista populista Hugo Chávez, primitivo pero antisemita radical, tuvo como su asesor más importante a Norberto Ceresole, el neonazi heideggeriano más relevante de Argentina. Incluso los neoracistas indigenistas del Perú acuden a Heidegger para fundamentar su «lucha por su sangre inca y su suelo» en la autenticidad del «Ser-ahí» heideggeriano.