La Mandrágora, la mejor comedia del Renacimiento, y una de las mejores, más brillantes y «modernas» del teatro universal, es la historia, según el autor, de un hecho realmente acaecido en Florencia. La narración de una verità effettuale en la que sus protagonistas, hombres y mujeres, vivos y reales, luchan en pos de la felicidad. Los triunfadores tendrán que aplicar su «virtud» y con ella forzar a la «Fortuna». De entre estos personajes, pretencioso, obtuso y petulante uno, astuto, rápido e inteligente, ingenuo y desamparado, inmoral y aprovechado, otro, quien gana, quien triunfa, es aquel, que mejor sabe amoldarse a los cambios y seguir el rumbo que la Fortuna le depara.
Como en toda su obra, Maquiavelo nos ofrece aquí, lo que él considera las claves para la obtención de nuestras ambiciones. Unas ambiciones humanas, en un mundo real, con unos seres humanos que son como son y no como deberían ser, capaces de todo por conseguir lo que desean. La continua experiencia de las cosas del mundo, y la lectura de la historia, le han dado a nuestro autor títulos suficientes para aconsejarnos, sobre todo cuando no nos da, en contra de lo que muchos opinan, ningún juicio moral, tan solo nos presenta la realidad para que nosotros saquemos las consecuencias y usando nuestro libre arbitrio pero bien informados de cómo están las cosas, sin fantasías, ateniéndonos a la verdad efectiva actuemos en consecuencia.