El autor es Rafael Mir Jordano, inclasificable persona —tampoco Unamuno quería que lo clasificaran—, pues es un hombre de múltiples actividades: Abogado, profesor de Derecho (de varias ramas jurídicas), escritor de materias jurídicas, gestor cultural (como dicen las solapas de algunos de sus libros), académico en activo y, quizá sobre todo, escritor de Literatura. Nace en Córdoba en 1930, siendo el mayor de cuatro hermanos, que, muy jóvenes, quedan huérfanos de padre, culmina sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid Derecho y Ciencias políticas, tras una primera etapa en la Universidad sevillana. Desde su juventud, en unos tiempos difíciles, destaca por su actividad cultural, fundando una revista poética en Madrid y otra literaria en Córdoba, tomando contacto con autores que colaboran en ellas: Antonio Gala, Gloria F! uertes, Antonio Buero, Gabriel Celaya, Enrique Tierno, etc., así como participando en grupos de debate sobre cine y teatro.
Desde 1973 enseña Derecho civil y Derecho mercantil en el Colegio Universitario de Córdoba, precisamente poco después de que este prologuista, entonces joven licenciado, lo abandonase para estudiar en Italia. Compatibiliza Rafael Mir esta actividad con la Abogacía y la Literatura, impartiendo además múltiples conferencias.
Tras ser el primer delegado del nuevo ministerio de Cultura en Córdoba, en tiempos de UCD en 1979, irrumpe en el mundo de la investigación jurídica con su obra «La culpa de la víctima, excluyente de la obligación de indemnizar. Consideración temporal», contenida en los Estudios Jurídicos publicados con ocasión del décimo aniversario de la Facultad de Derecho de Córdoba (1991). No es de extrañar que el discurso de ingreso de Rafael en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba se llame «Derecho y Literatura », quedando desde entonces muy vinculado a esta Institución, de la que, además de miembro numerario, fue censor.
La obra literaria de nuestro autor es, además de intensa, relativamente extensa para alguien que además no ha hecho sólo Literatura: ha sido un prolífico escritor de cuentos, género que cultivó desde muy joven: «Antología: cuentos extranjeros», «Cayumbo», «Estamos solos», entre otros, de obras teatrales, como la moderna pieza «Sala de Juntas», de novelas, como «Furtivos», de obras de variada temática, como «Caza mayor en España. Y más lejos» o «Memorias en el umbral de la desmemoria», mereciendo especial mención su faceta de articulista en la prensa, habiendo reunido muchos de sus trabajos en el volumen «Miradas. Jugando a perder», en el que se comprenden artículos suyos publicados en el Diario Córdoba, sección Miradas, desde 1999 a 2005.
Sin olvidar que obras suyas han sido incluidas en diversas antologías. Y en esto aparece esta novela por él denominada «Arma de doble filo».
Pero en las páginas de esto que ha hecho Rafael suceden acontecimientos, hay un relato que se interrumpe bruscamente poco antes del final, cuando el autor nos golpea con los ordenadores. Y en el relato, aparentemente sencillo, chismoso y zumbón, con frases escritas cuarenta años después, frases veladamente valorativas sobre política y sexo, encuentra el lector de todo, mucho Derecho procesal penal, pero, debajo, una colmena o comedia humana, tras Hitchcock, están Berlanga, Mankiewicz y Tornatore, está el pulso de una mágica ciudad perdida y suspendida en el tiempo, que late en tabernas, batas entreabiertas de tías buenas y tomos de jurisprudencia, también entreabiertos por la página justa. Y en cuchillos desconcertantes.