Guillermo de la Dehesa nos introdujo en su anterior libro, Comprender la globalización, publicado en Alianza Editorial, en este controvertido proceso que está transformando el mundo. Ahora, en GLOBALIZACIÓN, DESIGUALDAD Y POBREZA trata de desmontar algunas de las falacias que giran en torno al mismo y que agitan todo tipo de debates. Su tesis principal, en contra de la opinión generalizada, es que la globalización tiende a reducir la pobreza y la desigualdad en el mundo. Lo demuestra con una profusión de datos económicos, históricos, sociológicos y políticos, y una claridad pedagógica, como ya es habitual en el autor que atrapan al lector desde la primera línea aunque no sea un experto en la materia.
La globalización está reduciendo la pobreza y la desigualdad en el mundo gracias a los pilares en los que se sustenta: la mayor apertura externa de los países y la movilidad creciente entre ellos de los flujos tecnológicos, de bienes y servicios, de inversión y migratorios. Estos factores están favoreciendo la progresión en las instituciones políticas, económicas y sociales de los países menos desarrollados, lo que permite que aumente su crecimiento y su bienestar. Sin embargo, hay una serie de factores que pueden dificultar este proceso y, temporalmente, aumentar las diferencias entre países y personas.
Factores como la lentitud en la difusión de los avances tecnológicos, o los de carácter estructural y exógeno -geográfico y demográfico- y endógeno -institucionales y políticos- de cada país o región. Guillermo de la Dehesa advierte que todas las barreras contra la globalización y la solidaridad van a resultar costosas tanto a las economías de los países ricos como a las de los subdesarrollados.
Según el autor, lo que realmente necesita el mundo es aumentar y profundizar en la globalización. Ya que la gran falacia es que los países pobres y en desarrollo son las «víctimas de la globalización» cuando en realidad son «víctimas de la falta de globalización».
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