Los empanaos
Hace muchos años me contaron un chiste que traigo ahora a colación porque pienso que sintetiza el espíritu de esta obra, mi libro, de manera gráfica. Se trataba de un campesino que salió con su burro a las cinco de la mañana en pleno verano para llegar a su melonar con la fresca después de tres kilómetros, se dispuso a cortar melones de la mata Y cargarlos en el serón doble de su asno.
Llenó hasta el tope una parte de las alforjas del animal y cuando echó a andar comprobó que la marcha no era regular, así que se colgó de la parte opuesta de la carga, de la misma alforja, y con mucho esfuerzo recorrió los tres kilómetros de vuelta a casa. Lo recibe su mujer, a la que le dice: <Vengo destrozado de tanto trabajo>, y la mujer responde:
<Hombre, José, si hubieras equilibrado la carga poniendo la mitad de los melones en cada parte de las alforjas, habrías caminado más cómodo y sin ningún esfuerzo>.
José se quita la boina replica a su mujer: Las mujeres lo veis todo muy fácil!
Este chiste es el caso típico de un empanado que, afortunadamente, solo se hace daño a sí mismo, sin más consecuencias, pero en esta obra encontrarán un amplio surtido de empanados de distintas categorías y que, dependiendo de su responsabilidad, han dado lugar a catástrofes, desastres y acontecimientos desde los más cómicos a los más dramático.