Para muchas corrientes de pensamiento contemporáneo, poner en la misma línea temática creación y metafísica o filosofía es un sinsentido, influidos como están por la crítica heideggeriana a la inviabilidad de una filosofía cristiana –que para el filósofo alemán no pasaba de ser un hierro de madera y un equívoco-. Sin embargo, por muy alejado que pueda parecer de los intereses vitales e intelectuales de nuestra sociedad y cultura, abordar la noción de creación desde criterios filosóficos supone en buena medida un bote salvavidas para una humanidad a la deriva que, en pleno siglo XXI, se enfrenta con graves problemas éticos, políticos, económicos y ecológicos que hunden sus raíces en el suelo común de una crisis antropológica de muy variadas manifestaciones.
En lo que a la filosofía se refiere, puede verse que el declive metafísico, y por ende la desconfianza en la racionalidad humana, es fruto, entre otras razones, del ensimismamiento gnoseológico característico de, bien un subjetivismo asfixiante, bien de un objetivismo que incapacita para la posibilidad –siquiera– del conocimiento de lo trascendental, pues trunca en su misma génesis la aspiración a alcanzar una verdad más allá de lo objetivable u opinable. Tal es el horizonte que presenta ante sí el camino de la destrucción de la metafísica emprendida por Heidegger en Ser y tiempo, y que parece ofrecer sus últimos latidos en las propuestas de su deconstrucción, la procesualización e historificación del conocimiento y la verdad, o la hermenéutica radical.
Así pues, en este trabajo deseo invitar al lector a adentrarse por una senda capaz de superar el escepticismo que ha dominado gran parte de la postmodernidad, a través de la consideración metafísica de la creación entendida esta como el acto divino por el que el ser finito, ex nihilo, es inicio radical respecto a Dios. Para ello, apuesto por una racionalidad fuerte que no reduce el conocimiento a una de sus dimensiones sino que entiende y desarrolla su despliegue también en su uso intelectual, no solo objetivable. Con ello, me hago eco y asumo la crítica de Heidegger a buena parte de la historia de la filosofía, acusada por el pensador alemán de haber olvidado el ser al confundirlo con el ente, reduciendo el objeto de la metafísica a lo alcanzado por la objetivación. En suma, cabe un desarrollo del contenido y significado del mundo como creación desde el contexto de la filosofía y de las ciencias, sobre todo en lo que se refiere a la razón de creación, pues la especificación de la procedencia ex nihilo del ser finito asocia en una misma acción donal, temporalidad, racionalidad, libertad, finalidad y perfección.