Éste es un libro dirigido a mostrar la dignidad de los alimentos y la comida desde una perspectiva católica y, por lo tanto, alegre, disfrutona de la vida y esperanzada en cuanto a la Mesa Celestial que nos aguarda, en línea con la Teología del Cuerpo y una visión
sacramental del mundo. Este texto tiene algo para ti, tanto si eres un gourmet o un inapetente, si estás obsesionado con la báscula o pasas de ella, si eres un cocinillas o un absoluto negado para los fogones (y eres el que friegas o recoges), si eres tú quien invita a casa… o vas a comer a casa de otros:
• Un recorrido desde el Antiguo al Nuevo Testamento que muestra cómo la comida
es un símbolo potente que «avisa» de la Eucaristía, desde el Edén hasta el Éxodo,
pasando por los profetas y llegando a la Última Cena.
• La comida como un signo, también, de nuestra interdependencia (tú cultivas, el de
más allá cría cerdos, otro hace vino o cerveza, un tercero lo vende, él cocina… y tú
compartes tu mesa, etc.).
• Cómo ejercitar las virtudes –teologales y cardinales– al comer (y por qué hacerlo
sirve mucho más que cualquier dieta).
• Cómo crear comunidad en torno a una mesa. La importancia de la comida familiar
y comer con otros (frente a comer con el móvil, la tele puesta o en el sofá, como
en la series yanquis).
• Por qué invitar a casa no es cuestión de tener ni la casa perfecta ni de epatar con
platos dignos de Masterchef: va de querer a la gente y que se sienta acogida y
querida (y es signo de la Mesa Celestial que nos espera).
• Qué es eso del «ayuno» (frente al ayuno como estrategia de adelgazamiento o «desintoxicación
», etc.) y por qué la lglesia Católica nos pide que ayunemos a los católicos.
• Por qué «santificar las fiestas» –sí, también comiendo de modo especial en la medida
de nuestras posibilidades, con comida… y bebida y una mesa un poco mejor puesta–
es importante (una parte que muchos hispanos la entenderán perfectamente).
• Y mil historias que te harán sonreír: milagros culinarios insólitos (pollos que vuelan,
despensas que se reponen generosamente), anécdotas de santos que tienen que
ver con la comida… (San Antón, patrón de los carniceros –y a quien se representa
siempre con un cerdo– vivió como un vegano toda su vida).