La luz entre las tinieblas busca romper con la preconcepción de la época medieval como una época sumida en las sombras frente a las luces de la modernidad. Es precisamente la metáfora de la luz un elemento central del pensamiento de los principales representantes de esta época: Agustín de Hipona y Tomás de Aquino.
San Agustín comprendió, mejor que sus contemporáneos, la necesidad de recibir nuevas luces; consignó detalladamente los flecos de la hermenéutica antigua y pasó revista a los instrumentos de trabajo que sólo la edad moderna pudo proporcionar, adelantando muchos de los aspectos que han contribuido a construir la actual hermenéutica. Por su parte, Santo Tomás de Aquino intenta aunar y sintetizar la hermenéutica griega como la agustiniana. Partiendo de la teoría agustiniana del signo, sabe introducir ese aire innovador que le confiere a la hermenéutica un estatus próximo al que alcanzará con Schleiermacher como arte de la comprensión.
La hermenéutica agustiniana va a propiciar una teoría del conocimiento fundamentada en una semiótica, propiciando la necesidad del estudio de aquel que interpreta los signos: el ser humano. En este sentido, la autora va a desarrollar alguno de los aspectos menos abordados del pensamiento agustiniano, como su concepción del hombre, su teoría política o la importancia del amor como nexo esencial en todo su pensamiento.